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Feliciano Ordóñez

Cultura, multiculturalidad, transculturalidad e interculturalidad

La necesidad de huir del sectarismo

Ha llegado el momento de poner de forma manifiesta y clara la importancia que tienen las palabras y los conceptos que dan forma a las ideas. Llevamos un tiempo dejando que una parte de la sociedad nos diga que su forma de pensar y sus conductas son buenas, importantes y por ende las naturales, mientras que aquellos que se alejan de este tipo de pensamiento viven en estado de equivocación, esto es etnocentrismo.

El etnocentrismo no es más que una imposición deliberada basada en la creencia de poseer lo auténtico y veraz, mientras desarrolla una forma de conducta intolerante hacia cualquier otra forma de entender la convivencia. Disfrazan esta intolerancia en la necesidad de cambiar la tradición, como si esta fuera la culpable de mantener un estado alejado de la realidad actual y del progreso. Es claro que no conviene preservar la tradición originaria a cualquier precio, pero no por ello podemos abandonarla por otros modelos, sino que debe asimilar las aportaciones que sumen una mejora del estilo y la calidad de vida.

La historia nos muestra como en diferentes edades, diferentes culturas han ido evolucionando manteniendo un hilo de pertenencia con su pasado cultural, lo que otorga un proceso evolutivo e integrador sin desarraigo con aquello que los identifica como grupo. Ese paso generacional evolutivo natural, se produce gracias al proceso de endoculturación, que es la manera en que las generaciones anteriores trasmiten sus valores, leyes y todo lo que contribuye a determinar una cultura pero aceptando los cambios y el intercambio de tradiciones, costumbres, leyes y valores de otras culturas y del pensamiento de las nuevas generaciones.

No hay que equivocarse, este proceso natural de transmisión cultural promueve el progreso y el cambio sin perder la identidad, aceptando que la cultura actual es el resultado tolerante de las ideas propias y ajenas y el aporte de diferentes culturas. Problema, definir qué es la cultura y aceptar las otras culturas. Lo primero es fácil, aunque existen multitud de definiciones podemos aceptar que la cultura es el conjunto de tradiciones y estilos de vida de los miembros de una sociedad adquiridos socialmente (no impuestos), que comprende conocimientos, creencias, arte, moral, derecho, costumbres y cualquier conducta adquirida por el ser humano como miembro de la sociedad. Por lo tanto la cultura delimita qué hacer, cómo se hace y por qué se hace.

Pero no nos desviemos del tema, de un tiempo a esta parte, en este país parece que ha surgido un debate que no es nuevo, la multiculturalidad. Un concepto que parece sostener la idea de tolerancia pero que en la realidad no lo es, ya que este concepto mantiene la idea de la existencia de distintas culturas en un mismo espacio físico pero sin que ello signifique un enriquecimiento ni intercambio de ideas entre ellas. El prefijo “multi” solamente acepta la existencia de varias culturas diferentes pero no nos dice si existe relación entre ellas. Por ello debemos llegar a la interculturalidad, ya que el prefijo “inter” muestra una relación de intercambio y por lo tanto un proceso que se enriquece de las diferentes aportaciones, de ahí la importancia de la historia, ya que nos permite entender este proceso. La interculturalidad trata de comprender las culturas, sus diferencias, y ayuda a las personas a apreciar las aportaciones de esas otras culturas en su día a día, desarrollando una conducta tolerante que le permite derribar las barreras culturales, no a crearlas.

No nos dejemos engañar, las culturas actuales no son entes puros sin interferencias de otras ideas de otras sociedades y del propio proceso de evolución social, son el resultado de la asimilación de las conductas de las personas una vez llevadas a la práctica y contrastadas con la realidad del paso del tiempo, es decir, han ido desarrollando su inmunidad enfrentándose a los diferentes sucesos culturales y por ello, aunque deben seguir evolucionando y aceptando nuevas ideas y aportaciones no deben dejarse anclar por ideas etnocentristas que se consideran como poseedores de la única verdad social.

El proceso que nos permite este cambio del pensamiento multicultural al intercultural es la transculturalidad, este es un proceso de acercamiento de culturas diferentes que permite la creación de nuevos fundamentos culturales que surgen de la sinergia y no de la unión, establece nuevas pautas que aúnen y producen lazos entre las diferentes culturas pero van más allá de la propia cultura.

Por todo esto, debemos huir de sectarismos culturales que provocan la intolerancia e impiden el progreso, el progreso no es la ruptura con lo establecido, sino aceptación de una evolución de la propia cultura mediante el análisis crítico social en conjunto con otras culturas, sin exclusión.

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