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Víctor Fernández Coalla

Caballo al verde

Remembranza de los asturianos de la diáspora en cada regreso a su tierra y a la hora de partir

Caballo al verde es el expresivo nombre de una tonada soberana que según el investigador Ismael González- Arias, utiliza la estructura estrófica de 5-8-8 sílabas, y que desarrolla el ritmo particular de la cuarteta. Además y hace ya largo tiempo en este mismo periódico, sirvió de título a una excelente columna periodística del gran Melchor Fernández Díaz.

Coincidencias que me sirven para recordar, al final de una noche de verano, las sensaciones que compartimos muchos de los que tenenos la suerte de regresar de una temporada estival en Asturias, después de mojar los pies en las olas del Cantábrico, de volver a empaparnos del jugo dorado de la sidra, de tocar y besar a los seres queridos, de compartir los momentos sagrados de la amistad y el cariño de los nuestros.

Nosotros, esa ya excesiva multitud a los que se refería Ramón Pérez de Ayala con la célebre frase de «Entre los asturianos en la tierrina y los asturianos en la emigración, tened por cierto que corresponde la supremacia en asturianidad, por decirlo así, a los asturianos en la emigración»

Nosotros, esos muchos que cuando al llegar a Santiago del Monte parece que divisamos por primera vez el paraíso y se nos desata el zapato encontrándonos al pisar tierra como en zapatilles. O cuando al marchar, la camisa nos aprieta mucho más que nunca el garguelu porque no sabemos si volveremos o a quién no encontraremos al regreso.

Nosotros, somos esos que al escuchar una gaita se nos parte el corazón ya partido y que llevamos en la matrícula del coche la Cruz de la Victoria aunque a su lado esté un indicativo de China, Finlandia o Colombia. Esos que con el paso del tiempo notamos mejor que nadie los cambios, las mejoras evidentes y los retrasos atávicos de nuestra tierra madre.

Nosotros, que mantenemos vivas las tradiciones y marcamos las fechas festivas de nuestro particular calendario anual con tinta azul, que apreciamos la llingua llariega porque aprendemos otras que nos hacen abrirnos al mundo sin desconocer y despreciar nunca la de nuestros güelos, que echamos de menos sentarnos en una fiesta de práu o romería junto a unos brazos cómplices y unas irónicas y ruidosas sonrisas.

Nosotros, que celebramos los éxitos y logros de nuestros compatriotas y equipos sin tanta acritud y vehemencia porque hemos ganado mucho en empatía y comprensión, en distancia, también estamos hoy celebrando nuestra fiesta patria con plena alegría, dignidad e identidad, “como quintana dormida, de los ojos tan lejos”.

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