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Jesús Arango

Asturias y el Camino de Santiago

La importancia de la ruta jocobea para el desarrollo rural

Réplica del Santiago peregrino del siglo XV que se conserva en el Museo de Arte Sacro de Tineo y que puede verse en la muestra “Camino Primitivo. Oviedo”, abierta en La Sala de exposiciones de LA NUEVA ESPAÑA, en la calle Calvo Sotelo, 5, de Oviedo. | Luisma Murias

Difícilmente se podía imaginar Alfonso II el Casto, cuando vivía en la corte de su tía Adosinda y del rey Silo en Santianes de Pravia, que pocos años más tarde –allá por el 825–, con su primera peregrinación desde Oviedo a Compostela estaba poniendo los cimientos de lo que doce siglos más tarde ha llegado a convertirse en un gran operador transnacional de movilidad sostenible, por el que transitaron 347.578 peregrinos en 2019 –después el flujo quedó alterado por la pandemia–, procedentes de 189 países y que utilizaron para llegar a Santiago mayoritariamente seis rutas jacobeas: Camino Francés, Camino Portugués, Camino del Norte, Camino Inglés y Camino Primitivo. El 58 por ciento de los peregrinos registrados por la Oficina de Acogida al Peregrino de Santiago eran extranjeros, con los italianos y los alemanes a la cabeza, seguidos por los norteamericanos, destacando el fortísimo crecimiento que han tenido en los últimos años los peregrinos de Corea del Sur, que en 2019 alcanzaron la cifra de 8.224 romeros.

Estos 347.578 peregrinos eligieron 209 localidades distintas para emprender el Camino hacia Santiago –si bien el 70 por ciento se concentró en tan sólo diez lugares–, y se estima que pudieron generar en el año 2019 un volumen de negocio de 266 millones de euros, de los que 52 millones de euros fueron gastos de preparación (calzado, vestido, mochila, productos de higiene, etc.); 146 millones de euros los desembolsaron a lo largo de las etapas de la peregrinación (alojamiento y manutención fundamentalmente), bajo un supuesto de un gasto medio diario muy bajo (35 euros), y 68 millones de euros en los viajes de ida y de regreso a casa.

El renacer moderno de la peregrinación a Compostela tiene su origen en el año 1991, cuando el gobierno gallego, presidido por Manuel Fraga, impulsó de forma decidida la promoción y adecuación del Camino de Santiago con vistas al Año Santo de 1993, fecha en la que el Camino fue declarado Patrimonio de la Humanidad y que constituye el punto de arranque del espectacular crecimiento de peregrinos: se pasó de un registro de tan sólo 9.764 romeros en 1992 a los 347.578 peregrinos de 2019, cifra esta última que significa multiplicar por 36 el número de peregrinos que llegaban a Compostela en los primeros años noventa. Durante las tres últimas décadas, Galicia ha logrado tener en el Camino de Santiago su gran motor turístico y un gran instrumento para el desarrollo rural, pues ese gran flujo de peregrinos pasa y consume en numerosas aldeas gallegas.

Frente a ese creciente volumen de peregrinos y de actividad económica relacionada con el Camino de Santiago, cabe preguntarse cual es la incidencia en una región como Asturias que cuenta con tres rutas jacobeas en su territorio: el Camino Primitivo, el Camino del Norte o de la Costa y el Camino de San Salvador, que atraviesan 34 de los 78 concejos asturianos, y extienden sus itinerarios a través de unos 540 kilómetros de caminos y sendas. Analizando los informes estadísticos de la Oficina de Acogida del Peregrino de Santiago, se concluye que en el año 2019 transitaron por las rutas jacobeas asturianas –no hay datos para el Camino del Salvador– un total de 23.571 peregrinos (un 7 por ciento del total de los llegados a Santiago), de los que 10.649 lo hicieron por el Camino Primitivo y 12.922 por el Camino de la Costa. Debe tenerse presente que estas cifras son inferiores al total registrado para estos Caminos, ya que una parte significativa de peregrinos comienza el Camino en tierras gallegas, y suele recorrer solamente los últimos 100 kilómetros que es la distancia exigida para la obtención de la famosa Compostela. Bajo la hipótesis de un gasto medio diario de 35 euros y teniendo en cuenta el numero de etapas (días) que recorrieron en Asturias los 23.571 peregrinos el gasto total en 2019 ascendería a casi 6 millones de euros, lo que supone tan solo el 4 por ciento de los desembolsos ligados a todo el peregrinaje de las rutas jacobeas en ese año.

En más de una ocasión y en este mismo periódico manifesté la importancia de las rutas jacobeas y su conexión con otras sendas como factor de desarrollo para las zonas rurales de la región, y reitero de nuevo que todavía existe un amplio margen para su crecimiento siempre que se adopte una estrategia diferenciada y centrada en la captación del nicho creciente de aquellos peregrinos-viajeros que disfrutan con el senderismo sin aglomeraciones, que valoran la cultura y el patrimonio histórico y que aprovechan el peregrinaje para conocer la gastronomía local. Y en ese sentido, Asturias puede ofrecer un singular mix de paisaje montaña-mar, prerrománico y gastronomía, siempre que sea capaz de ponerlo en el mercado a través de empresas que ofrezcan un paquete que integre todos los servicios. Hace unos meses me encontré con un grupo de quince jubilados alemanes que venían haciendo el Camino con todo organizado y que tenían previsto pernoctar en diferentes pazos gallegos, y ello me llevó a pensar en las grandes posibilidades que tiene Asturias en este tipo de peregrinaje.

El Camino de Santiago es ya una marca global que va a seguir creciendo de forma notable en los próximos años, y más allá del peregrinaje de mochila cuyo flujo seguro que aumentará en Asturias, habría que reflexionar sobre cual debería ser la estrategia a seguir para captar el segmento de peregrinos dispuesto a hacer un Camino “lento” –y con la alternativa de realizarlo de forma discontinua–, disfrutando del paisaje, la cultura y la gastronomía asturianas. Y para ello no sirven promociones generalistas sino campañas de marketing muy centradas y personalizadas en el peregrino-objetivo. Para caminar hacia una oferta de este tipo se deberían aprovechar adecuadamente los fondos europeos Next Generation EU con el fin de incluir los Caminos de Santiago de Asturias en la Red de Destinos Turísticos Inteligentes, que constituye la plataforma de futuro para el desarrollo de la actividad turística en España. En la medida que seamos capaces de lograr esos objetivos y de que Asturias sea elegida como lugar de partida hacia Santiago, estaremos abriendo la puerta a un volumen creciente de exportaciones de servicios, que así deberemos considerar el gasto que realicen los peregrinos foráneos dentro de nuestra región. En ese sentido, el Camino de Santiago puede funcionar como un multiplicador turístico, ya que el peregrino de hoy es muy probable que se convierta en el turista de mañana, siempre que su estancia por estas tierras le resulte satisfactoria.

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