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LNE FRANCISO GARCIA

Billete de vuelta

Francisco García

Xata roxa y carne de gallina

El ministro de Consumo, que por cuestión ideológica puede considerarse carne roja, insistió el jueves en Asturias en su polémica advertencia alimenticia del mes de julio: el exceso cárnico resulta nocivo para la salud. Garzón recalca que su contestada observación cuenta con aval científico y es “justa y necesaria”. O sea, que corresponde a nuestro deber y salvación militar en el bando vegano por prescripción gubernativa. Hagamos caso pues al susodicho, que la sanidad pública lo agradecerá: entrecot y col, lechuga.

Es natural que se posicione contra el consumo de carne con sumo interés un ministro que vegeta, un miembro de gabinete que ni carne ni pescado, con tan poca sustancia cada vez que habla que merecería alegrar su discurso con unas hojas de perejil y un caldo de pastilla de Avecrem.

Después del planchazo cardiovascular de poner en cuarentena el chuletón a la parrilla, el ministro vuelta y vuelta vino a Quirós esta semana a entonar loas de desagravio a la ganadería familiar asturiana, cuya viabilidad pasa por llegar a poner toda la carne en el asador. Ocurre que para el campo asturiano, por sus desafortunadas declaraciones, Garzón es carne de cañón, magra y mollar. Si cada vez que Sánchez interviene sube el pan y crece la factura de la luz desde que a la ministra Ribera se le encendió la bombilla descarbonizadora, cada intervención del titular de Consumo echa por los suelos el precio del añojo. Los ciudadanos, que somos carne gobernada, empezamos a tener hartazgo de un Gobierno que acostumbra a dárnosla con queso en lugar de repartir solomillo.

Al gris ministro comunista parece que le desagrada la xata roxa, el toro zaíno, la sangre azul y el gualda de la bandera. Solo tolera el verde hortelano, aunque sobre todo se desviva por el morado: pasará a la historia de IU por haber vendido la organización a Pablo Iglesias a cambio de un plato de lentejas. Sin chorizo, eso sí.

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