Opinión | Billete de vuelta

Sánchez se ha hecho un Ayuso

Pedro Sánchez se ha hecho un Ayuso y se ha quedado tan pancho. El mismo presidente que en julio de 2020 aireó a bombo y platillo que España había derrotado al covid, reconoció en su última comparecencia pública que habrá que acostumbrarse a convivir con el virus. Cuando media España temía que Sánchez fuera a anunciar, antes de las celebraciones navideñas, fuertes restricciones para frenar los contagios, el Gobierno se limitó a la filfa del uso obligatorio de las mascarillas en exteriores.

Era una llamada, la enésima, a que cada reino de taifas hiciera de su capa un sayo y encargara un traje a la medida de sus gustos e intereses políticos, sometidos, eso sí, al designio último de los jueces. Así, algunos califas territoriales decidieron decretar el toque de queda, mientras otros empezaron a considerar a ómicron un catarro más. Si se trata de una variante más leve, con tan elevado porcentaje de población vacunada, lo mejor, cavilaron, es que circule el virus. Y así se multiplicaron exponencialmente los contagiados, se colapsó la atención primaria, comenzaron a resentirse las urgencias, dejaron de ser efectivos los rastreadores, que no daban abasto, los responsables se lavaron las manos y optaron por depositar la responsabilidad del control de la pandemia en los ciudadanos, que se vieron obligados a autotestarse, a la espera de una llamada del centro de salud que no llegaba o de una PCR en permanente demora.

Y en estas nos hallamos, a una semana del regreso a las aulas, con las familias y los docentes inquietos a cuenta de muy lógicos temores. Solo faltaba ya a este país de pandereta llegar a la incongruencia de que permanezca abierto el ocio nocturno y tengan que cerrar los colegios.

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