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LNE FRANCISO GARCIA

Billete de vuelta

Francisco García

A las barbas de Barbón

Las manifestaciones de antaño en Oviedo terminaban en la Escandalera, lugar diáfano y muy apropiado, por su denominación, para servir de meta a una algarada popular, fuera la reclamación multitudinaria del signo que fuese. Algunas concluían, con consignas paganas y palmas de tango, junto a la verja del Parlamento autonómico, la casa común de la voluntad popular donde se dictan leyes y en algunas épocas se acude a sestear. Motivo por el cual los descontentos acababan la asonada a pie de calle del sacrosanto recinto, a ver si con los gritos del respetable sus representantes políticos espabilaban del muermo somnoliento.

Pero hete aquí que de un tiempo a esta parte se ha convertido en preferido “protestómetro” la fachada principal del edificio de la Presidencia del Principado, donde reside el mandamás regional. A Barbón se le han subido a las barbas y se le han puesto farrucos a la puerta de la vivienda temporal primero los vecinos del Suroccidente, hartos de argayos y de obras con retardo; después los hosteleros cabreados por las restricciones, y finalmente la gente del campo, en singular tractorada.

Se ve que los manifestantes han descubierto dónde está el ñeru y acuden en tropel a la cabeza, al puente de mando de quien ha contraído el compromiso, con mayor responsabilidad que ningún otro asturiano, de conducir a esta región a buen puerto.

Lo cierto es que se percibe de unos meses para acá mayor carga vírica en el cabreo ciudadano, una indignación ómicron que ha recuperado el gusto por la matraca y el olfato por reconocer la madriguera de la pieza principal. Y que, por contagiosa, amenaza con extenderse a otros sectores profesionales. Irritados los médicos, enojados los maestros, mosqueados los autónomos, al presidente de Asturias se le acumulan las sinusitis y las cefaleas.

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