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Pecados de la carne

¿Cómo se puede tener a casi todo el mundo en contra y llegar a ser el ministro más insultado de España sin tener apenas competencias para gobernar? Sin entrar en lo de la carne, asunto en el que seguro que se ha equivocado, lo cierto es que consumimos demasiado y fatal, pero ese es el combustible de la sociedad de consumo. Si consumiéramos solo lo necesario y de forma racional y saludable cerraría medio país. Satisfechas más o menos las necesidades básicas, nuestro progreso económico se basa en el exceso y el derroche, una ceremonia interminable de potlatch sin reparto. El ministro Garzón cae también en exceso, pero de creencias, y de ahí su cara de santo transfigurado por la fe en pleno martirio. Es la Iglesia la que debería librar la batalla contra la gula y a favor de dar de comer al hambriento, pero la Iglesia vive obsesionada con la carne y no precisamente con la que se digiere.

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