La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Francisco Fresno

Me quiero viejo

Experiencia vital

Cumplo este mes 68 años. Nunca los tuve antes, así que me veo nuevo en el estreno. No sé si la experiencia vital del rodaje pretérito me va a servir o será un estorbo para circular ahora. Supongo que ambas cosas, en mayor o menor medida.

El discurrir por la vida no resulta muy distinto del que se da en los procesos creativos, en los que la experiencia te ayuda, pero por otra parte te limita por los condicionantes de los logros ya conseguidos, por verlos peligrar en los cambios que sintonicen con lo nuevo. Por ello, si nos dejamos llevar por la experiencia con la guía de sus estereotipos, tendemos a acomodarnos en el mismo asiento, a volvernos conservadores.

Pero uno no quiere vivir conservado, prefiere el aire libre fuera de cualquier lata de conserva, en la realidad de lo propio a todos los efectos, y por ello reflexiono sobre eso que se repite tanto, lo de mantener siempre un espíritu joven, algo que también yo repetí, pero que ahora cuestiono. ¿Por qué no aceptar un nuevo espíritu viejo? Sí, ser nuevo como viejo. Resultaría más acorde, aunque en nuestra sociedad de consumo lo viejo esté mal visto porque no vende. Tan mal vista está la vejez que ni siquiera se nombra, por eso se recurre tanto al cínico eufemismo de la perífrasis: tercera edad, cierta edad, productos antiedad… Como si la edad no fuera siempre cierta y digna desde que nacemos.

Tenemos muy claro que un viejo que haga valer su dignidad y amor a la vida no se va a tirar con sus certezas desde un acantilado, y mucho menos para llegar a una barca donde espera una chica para tocarle el culo bajo el calzoncillo blanco gracias a una supuesta fragancia. No, los viejos preferimos disfrutar de la verdad del olor a salitre desde la propia barca, sin la publicidad que instrumentaliza los deseos asociados a otros perfumes innecesarios.

En su esencia, las supuestas verdades, y si se quiere, relativas, pero entendiéndolas dentro de la ética, ni se compran ni se venden. Y una de ellas, que cabe en la vejez, es que se vive mejor con la ambición de reducir ambiciones para soltar lastre y volar con mayor libertad, sin obedecer al trajín de la competencia en las carreras de Cronos. En la vejez, obrando de forma más sabia y selectiva, se puede preferir el Kairós: el momento de lo importante en tiempo presente: el más allá en el más acá, sin prisa ni espera, en un maridaje más pleno y tranquilo con el aquí y ahora.

Y en este aspecto, de fidelidad a nosotros mismos con lo que elegimos, los viejos podemos aportar al sistema un positivo contrapunto vital con nuestro ejemplo ante la fuerza dominante de lo corriente. Por este motivo, necesito afirmarme con el nuevo espíritu de más añadas, nombrándolo viejo sin complejos ni rodeos, para significarme muy agradecido como buen cumplidor de años, poniendo en valor el estreno de más vida. Pero, tras todo lo dicho, he de aclarar, para que no se me entienda mal, que si me quiero viejo y más libre no es por viejo, sino porque ahora también me quiero.

Compartir el artículo

stats