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LNE FRANCISO GARCIA

Barbón el precavido

El precavido Barbón, campeón entre los reyes de taifas en el ejercicio de gobernar la pandemia a la defensiva, reclama ahora que se mantenga el uso de la mascarilla en interiores, pese a la decisión de la ministra de Sanidad de suprimir el tapabocas salvo en el transporte público, los centros sanitarios y las farmacias. El paladín asturiano de la cautela pide además recuperar el aislamiento de los contagiados y adelantar la cuarta dosis de la vacuna a los mayores.

 Aislar a los positivos es frase de doble filo que da pie a distintas interpretaciones. Hay conceptos que se definen mejor por contraposición a su contrario: recluir a los positivos supone dar rienda suelta a los negativos. Lo cual, fuera del ámbito pandémico, es práctica habitual de la mediocridad política, que firma a toda prisa el certificado de defunción de los buenos para entregar los cargos de responsabilidad a los malos.

Hay que reconocerle al prudente Barbón que la cautela fue el mejor consejero de su Gobierno en las peores épocas de ataque del covid. Que el advertido presidente puso innegable empeño en no pasar a la historia como el líder regional al que vapuleó un bicho minúsculo pero muy cabroncete, por lo que tiene de escurridizo y cambiante. Si está convencido de que con mantener la mascarilla acierta, que se dirija a la señora Darias con la vehemencia que se le antoja escasa.

Convendría, sin embargo, que el jefe del Ejecutivo autonómico contradijera con más frecuencia al Gobierno de la nación, de idéntica sigla, en asuntos de mayor trascendencia para la región que el antivirus bucal. No sea que el precinto sanitario sea la excusa para no quejarse ni alzar la voz. Que en boca cerrada no entran moscas ni virus, ni salen tampoco quejas ni gemidos. Por lo demás, a los periodistas no nos gustan las mascarillas por lo que metafóricamente tienen de bozal.

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