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LNE FRANCISO GARCIA

Descarga de fusilería

Al presidente Barbón la fecha totémica del 25 de mayo de 1808 le hace tilín, le suena a música celestial. Y la celebra con descarga de salvas de fusilería de época a las puertas del palacio del conde de Toreno, como para ahuyentar al invasor, que a día de hoy no es el ejército napoleónico sino la derechona con nombre de diccionario. La nueva cantinela presidencial con la fecha del levantamiento antifrancés de la Junta General le pone a Barbón el “corazón patriótico”, tanto como a Marisol el “corazón contento” o a Alejandro Sanz el “corazón partío”.

Quiere el jefe del Ejecutivo autonómico que la jornada conmemorativa cale, que no quede en una fecha en rojo en el calendario sin más, pero parece que en la calle no hay mucho interés, con la que está cayendo, en rememorar batallitas decimonónicas que sí, que tienen valor histórico y relevancia comunal, pero que quedan lejanas a una población que lo que quiere es pan, trabajo, atención médica y perspectivas de futuro para las generaciones venideras.

En un conmovedor ejercicio de buenismo, pretende el presidente que celebrar el 25-M sirva de “llamamiento a nuestra autoestima” y ayude a difundir que “hay un motivo más para sentirnos orgullosos de Asturias”. Pero ni la estima propia ni el orgullo patrio se disparan con un desfile de casacas y arcabuces.

De la efeméride festejada el miércoles habría que quedarse con el dibujo que el catedrático de Constitucional Fernández Sarosola hizo de la relevancia de los políticos asturianos de principios del XIX: sin su concurso las Cortes de Cádiz no se hubieran celebrado. Tal vez se echen en falta hoy servidores públicos del tamaño “de El Divino” Argüelles o de Flórez Estrada, con relevancia en la política nacional de la época, no sujetos a la obediencia borreguil a unas siglas.

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