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Jonathan Mallada Álvarez

Crítica / Música

Jonathan Mallada Álvarez

La ópera “María Moliner” deja al Campoamor sin palabras

Excelentes resultados de la propuesta con la que se clausuró el Festival de Teatro Lírico

Si bien programar una ópera española contemporánea no deja de ser un acto de valentía en un panorama como el actual, con “María Moliner” no se corrieron riesgos. Todos los elementos que se ponen en juego en esta ópera se prestan a redondear una obra muy completa y francamente interesante que convenció al público del Campoamor y lo dejó sin palabras.

La ópera “María Moliner” deja al Campoamor sin palabras

La simbiosis entre el libreto de la ovetense Lucía Vilanova y la música de Parera Fons (ambos presentes en el teatro y recibiendo al final una calurosa ovación) se plasma en un discurso fluido que contribuye a la comprensión por parte del público. El libreto, perfectamente concebido para las tablas, y la música, que acompaña a la acción con elegancia, se conjugan a las mil maravillas para representar la evolución psicológica y vital de la lexicógrafa maña. Al mismo tiempo, se genera una atmósfera opresiva y, hasta cierto punto asfixiante, para imbuirnos en la sociedad franquista, gracias a una estética deudora de grandes obras del expresionismo alemán como “La mesa verde” o “Café Muller” (Escena X). A todo ello contribuyen la ruptura de la cuarta pared a través de los almanaques; las proyecciones, bien integradas; la iluminación y el vestuario, simbolizando los estados de ánimo y la fortaleza de unos personajes caracterizados de forma espléndida.

La gran triunfadora de la noche fue una excelsa María José Montiel. La mezzo madrileña se manejó con brillantez a lo largo de una partitura exigente por su multiplicidad de registros: desde unos pianos bien timbrados y concisos de afinación, hasta unos fortes con mayor presencia. César San Martín, protagonista masculino, se mostró poderoso y con gran fortaleza vocal, pero sin descuidar en ningún momento el lirismo, por ejemplo, en la delicada séptima escena.

Las literatas conformaron una escena V de gran complicidad. Ana Nebot exhibió unos agudos muy dulces y ligeros y su timbre contrastó con la mayor corpulencia vocal de las notables Marina Pardo y Marina Rodríguez, siempre equilibradas y con presencia escénica y vocal. Amparo Navarro, con una emisión más seca, encarnó con solvencia a Carmen Conde y a la inspectora del SEU, destacando en un rol difícil por el carácter y el volumen exigido en una línea ondulada y fluctuante en la zona del paso.

Fernando Campero, Damián del Castillo y los almanaques (Juan Noval-Moro, César Méndez y Abraham García) cumplieron, sin fisuras, con las exigencias del guion, merced a unas voces siempre rotundas y bien impostadas. El resto del elenco se mantuvo a la altura del reto y redondeó, todavía más, este éxito.

La Orquesta “Oviedo Filarmonía” se mostró muy versátil en una partitura incómoda y con muchos matices. La lectura de Víctor Pablo Pérez hizo que la agrupación se manejara sin apuros en un papel quizá menos vistoso que en otras ocasiones, pero bien ejecutado, mostrando un color siempre adecuado. El coro Capilla Polifónica “Ciudad de Oviedo” cerró la temporada de la mejor forma posible: bien empastado y con volumen dentro y fuera de la escena, cuidando mucho la dicción y los fraseos.

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