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LNE FRANCISO GARCIA

Impuestos de pobres y ricos

El abuelo pastor mesetario, hombre refranero y sentencioso, solía decir que para atinarle a un perro arisco de una pedrada “hay que apuntar perro y medio más alante”. Con el impuesto a las grandes fortunas recién anunciado, Pedro Sánchez tira la piedra con antelación para ganarse al electorado. El PSOE se vende así como el partido de los pobres frente al PP, el partido de los ricos. De manera que cuantos más pobres haya, más votantes potenciales.

Como los ricos son cada vez más ricos y los pobres cada vez más pobres, que acoquinen más los pudientes. Una propuesta socialista que acude al ideario de Podemos para ganarse el favor de los votantes de toda la izquierda habida y por haber. Frente a la derecha tradicional, que propone una bajada general de impuestos.

El problema es que hacer pagar más a los que más tienen no garantiza un aumento notable de la recaudación. Además, la medida obliga a los técnicos de Hacienda a hacer malabares: hacer tributar más a las grandes fortunas sin caer en la doble imposición, al existir ya un impuesto que grava el patrimonio neto de los económicamente poderosos.

En medio de la actual crisis, con los precios por las nubes y los combustibles desbocados, el empobrecimiento de las clases medias resulta catastrófico. Los grandes paganos de la que está cayendo son aquellos que dependen de una nómina, que sufren la inflación como una lanzada en el costado. Que no son pobres ni ricos pero cuyo poder adquisitivo mengua alarmantemente.

El debate fiscal está sobre el tablero, con medidas electoralistas de unos partidos incapaces de acometer la reforma de un sistema obsoleto, un queso lleno de agujeros al estilo Gruyere que requiere un modelo más equitativo y más justo.

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