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Antonio Trevín

Adiós habanos, adiós...

El que avisa no es traidor: el precio de los puros se volverá prohibitivo

Si usted, querido lector, piensa, como Sara Montiel, que fumar un buen habano es "un placer genial, sensual …", y no tiene una faltriquera bien provista, ya puede ir despidiéndose de semejante gozo.

Los tabacos, como dicen los cubanos, o los puros como los mentamos por estos pagos, escasean ya y en no mucho tiempo alcanzarán precios prohibitivos para la inmensa mayoría y "el calor, del humo embriagador, que acaba por prender la llama ardiente del amor…", que cantaba nuestra Saritísima, será para nosotros fruta prohibida.

La culpa no es del cha-cha-chá, sino del crecimiento económico, de la capitalista economía china, y su imparable globalización. Pero vayamos por partes.

El desabastecimiento paulatino de tabacos que estamos sufriendo, los fumadores de vegueros de Vuelta Abajo o análogas comarcas cubanas, no es el primero padecido, aunque este amenace con final trágico. En 1993 soportamos carencias semejantes. Un presidente de Tabacalera Española, de cuyo nombre no quiero ni acordarme, rompió relaciones con la empresa tabaquera cubana. Él se puso chulo y otros pagamos las consecuencias.

Entre ellos, los reconocidos y perseverantes aficionados a fumar habanos premium: el Presidente del Gobierno de aquella época, Felipe González, y su ministro de Presidencia, Alfredo Pérez Rubalcaba. Dado cuenta que, en aquel momento, Tabacalera era una empresa mayoritariamente pública, convendrán conmigo que el sujeto que estaba al frente de la misma además de chuleta era pendejo –dicho ello sin acritud, que diría González–. Duró en el cargo menos que un Iphone el primer día de su puesta a disposición del público.

Lo sustituyó Pedro Pérez, que sabía un huevo de economía como demostró en la Secretaría de Estado del asunto, y bastante de puros habanos. Él devolvió el sosiego a todos los que penábamos la ausencia de uno de los productos cubanos más excelsos.

Durante treinta años su buen hacer se concretó en una nueva empresa, Altadis, que se convirtió en el líder mundial del mercado de puros. Aunque, con la llegada de un nuevo inquilino a la Moncloa, tuvo que dejar el puesto, los cimientos que construyó permitieron mantener hasta ahora la estructura española empresarial que edificó. Las compañías, francesa, primero, e inglesa, después, que se hicieron con la mayoría de Tabacalera respetaron lo por él construido. Pedro Pérez fue para todos los aficionados a los buenos vegueros lo más parecido a un santo laico.

Pero no hay felicidad que cien años dure. Desde el uno de Enero de este año una empresa china es la propietaria de Altadis. Unos 1.225 millones de euros tuvieron la culpa. Los chinos se pirrian por ellos y aunque pocos, en porcentaje sobre su población, tiene posibles suficientes para abusar de ellos, cuantitativamente suman un carajal. ¿Cómo competir con quienes son número uno en producción industrial, consumo de bienes, alta velocidad, puentes, …? O que cada minuto registran 40 nuevos negocios.

Nos lo advirtió, hace tres años en LA NUEVA ESPAÑA Yao Fei, ministro consejero de la embajada China en España. Indicando también que sus congéneres eran muy aficionados a algunos de nuestros productos. A su interés al vino y al aceite han unido ahora los puros habanos.

No nos queda más que la resignación que tan bien expresó Clint Eastwood en Los Puentes de Madison: "No quiero necesitarte… porque no puedo tenerte".

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