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Luis M Alonso

Sol y sombra

Luis M. Alonso

La cuestión es otra

Los medios más afines al Gobierno insisten estos días en que Núñez Feijóo ha recobrado el discurso de Casado para señalarle como una especie de ultra decidido a volar los puentes del entendimiento. No es deseable por el bien de Feijóo, aunque cualquier persona inteligente sabe que se trata simplemente de una estrategia concebida para erosionar al líder del PP tras la abrupta ruptura de comunicaciones con Sánchez. En realidad, el juego a dos bandas consiste en unos medios orgánicos intentando hacer recaer la culpa del fracaso de una negociación en Feijóo, supuestamente presionado por las fuerzas del mal dentro de su partido, y el de la llamada derecha mediática, tratando desesperadamente de desconectarlo de Sánchez y sus socios independentistas. En cualquier caso, cada uno de los contendientes, juega con las cartas marcadas cuando le conviene.

El relato de la jugada es miseria sectaria. Lo que debería importarnos es otra cosa. Habría que preguntarles a los que invocan el pretendido incumplimiento inconstitucional de no renovar el CGPJ si se hacen cargo de la perversión democrática que supone que a los jueces los sigan nombrando los políticos para verse favorecidos por su decisiones. El hecho de que los dos partidos mayoritarios se hayan repartido en las últimas décadas los órganos del poder judicial supone la quiebra innegable de un sistema que se justifica en la separación de poderes. Que el Gobierno insista en seguir ejerciendo ese control, pese al pronunciamiento europeo contrario, no parece saludable ni ejemplar para la democracia. Invocar exclusivamente la pluralidad de la sociedad y la tendencia en la Carrera Judicial para que sean los políticos los que elijan a los magistrados tiene un peligro evidente: el de influir en la cúpula de la judicatura controlándola. De ahí la perversión; como es perverso pretender desde esos órganos allanar el camino a la impunidad nacionalista sin arriesgarse a la debida respuesta constitucional. Esto es lo que, creo yo, debería preocuparnos, no de quién es la culpa de una negociación envenenada fallida.

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