Pedro Underwood

Francisco García

Francisco García

“Hay muchas cosas sagradas a las que tengo respeto. Las normas no están entre ellas”. Tal frase la pronuncia en la serie de éxito “House of Cards” su inicial protagonista, Frank Underwood, un político sin alma y sin escrúpulos dispuesto a pisotear cualquier valor con tal de alcanzar el poder y aferrarse a él como una llámpara a la roca. Son palabras de Underwood, pero podrían ser atribuibles sin reparo alguno a Pedro Sánchez, juez y parte en el desmantelamiento meditado del Estado de derecho con medidas execrables cuyo único fundamento es mantenerle en la poltrona, cueste lo que cueste y caiga lo que caiga, antes las vigas del edificio democrático que los palos de su sombrajo que sujetan radicales e independentistas insaciables.

Solo así se explica la reforma exprés del Código Penal y el esperpento de ayer, llevando al límite al Tribunal Constitucional a cuenta de la eliminación o la modificación a la baja de figuras delictivas como la sedición y la malversación con la única intención de favorecer el indulto o la amnistía implícita y la despenalización a la medida de los delitos cometidos por los cabecillas del “procés”, que se van a ir de rositas pese a haber desafiado a la ley en un intento calculado de socavar los cimientos del Estado.

“No existe la justicia, sólo partes satisfechas”, explica Underwood a uno de sus colaboradores en un capítulo de “House of Cards”. Sentencia también a la medida del presidente del Gobierno, que descose el sistema judicial para satisfacción propia y de sus compañeros de viaje independentistas, tan crecidos que ya reclaman referéndum en Cataluña a su medida.

Cuando España se convierta en Expaña y se asemeje a Montenegro o a una república bananera de dictadores en chándal y líderes chamarileros con sotana de telepredicador, nos acordaremos de que hubo que defender la democracia y preceptos sagrados de su ideario,  y muchos no lo hicieron.

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