Bloomsbury

Un paseo por un barrio de Londres singularmente atractivo

El distrito londinense de Bloomsbury no es el más vistoso de la ciudad, pero tiene algo que lo hace singularmente atractivo. Deambular por sus calles y plazas ajardinadas, y detenerse a leer las placas de color azul que indican qué personalidad residió en tal o cual casa de las de estilo georgiano es un ejercicio que estimula la imaginación, transporta al paseante a un pasado brillante y memorable de Londres, y hace que transcurra deleitosamente el tiempo de exploración.

El nombre se hizo internacionalmente famoso por ser el de un grupo de profesores, artistas, escritores y ensayistas que se juntaban en algunas viviendas de Gordon Square y Tavistock Square para hablar de literatura, estética, filosofía, economía, conductas sociales y hábitos particulares de vida. Virginia Woolf, Lytton Strachey, John Maynard Keynes y Edward Morgan Forster son tal vez los nombres más conocidos del denominado "Grupo de Bloomsbury".

Y se ha difundido muchísimo también ese nombre porque el sello "Bloomsbury Publishing", con sede en Bedford Square, es el que ha editado las novelas de J.K. Rowling sobre Harry Potter, pudiendo salir así el negocio a flote, porque hay que reconocer que la editorial que dé con un filón como ese está salvada por siglos. En la misma plaza se halla el Sotheby’s Institute of Art y en el distrito se encuentran igualmente varias entidades de formación en artes.

En la calle Gower nació la hermandad prerrafaelita y no muy lejos estuvo la casa, que ya no existe, en la que vivió Charles Darwin. Una placa en el muro exterior de un edificio del University College London recuerda que el padre del evolucionismo moró por allí. Y en el distrito de Bloomsbury residió también Charles Dickens.

Luego están las iglesias: Saint George, Saint Pancras y Christ The King. Las dos primeras fueron construidas inspirándose en edificios de la antigüedad: una, en el Mausoleo de Halicarnaso y en el templo de Baco de Baalbek; la otra, en el Erecteion y en la Torre de los Vientos de Atenas.

Aunque las instituciones principales en el distrito son el University College London (UCL) y el British Museum. El UCL, que es de lo mejor, tiene asociados no sé cuántos Premios Nobel y poseedores de medallas Fields. Y, naturalmente, como todas las instituciones universitarias serias, cuenta con una capellanía católica potente.

Por el Museo Británico, del que todo lo que se diga para exaltar su excelencia será siempre poco, imagino correteando a una niña rebelde y lista como ella sola, que vivió en una de las casas anejas al British: Kathleen Kenyon, hija del director.

Pocas personas podrán decir que han pasado la infancia y jugado, como fue su caso, entre toros alados asirios, colosos de Egipto, sarcófagos y enseres de tumbas faraónicas, estatuas del Partenón, figurillas fenicias y que los primeros caracteres escritos que reconoció, junto a los de la lengua inglesa, fueron cuneiformes y jeroglíficos, y que observaba la piedra de Rosetta con la misma naturalidad que los cuentos de Lewis Carroll o Charles Dickens.

Es incuantificable el número de personas que han oído hablar de miss Kenyon, porque fue la arqueóloga que sacó a la luz la torre neolítica de Jericó, construida siete u ocho mil años antes de Cristo. Torre que los peregrinos de Tierra Santa ven cuando visitan las ruinas de la ciudad del Antiguo Testamento y de la que los guías suelen ofrecer una explicación bastante bien documentada.

Y concluyo recordando que fue el duque de Bedford quien, en el siglo XIX, dio un gran impulso a la construcción del distrito de Bloomsbury. Un sucesor suyo en el título nobiliario escribió un libro sobre la figura del esnob. Con él quiso superar al de Thackeray acerca de ese mismo tema. Los dos están traducidos al español.

El de Bedford me ha sido útil para desenmascarar a tipos de ese gremio, el de los esnobs, aunque, en más de una ocasión, me bastó con tener presente solamente aquello que un día leí como dicho por Oscar Wilde: un esnob mataría para que le invitaran a una fiesta; un dandi para que le echaran de esa fiesta.

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