Un hallazgo geológico excepcional

El tesoro paleontológico del "túnel Ordovícico del Fabar"

Manuel Gutiérrez Claverol

Manuel Gutiérrez Claverol

La idea de este escrito surge a raíz de una de las conferencias del ciclo que sobre "El Patrimonio Geológico de Asturias" se celebran en el RIDEA. Me hizo recordar el descubrimiento de un extraordinario yacimiento fosilífero al excavar un túnel de 1.500 metros de longitud al sur de Berbes (Ribadesella), dentro del tramo Caravia-Llovio de la Autovía del Cantábrico (A-8), inaugurado en noviembre de 2002 después de cuatro años de obras.

Vamos a situarnos geológicamente, el trayecto horadado según el Nuevo Método Austriaco, con una orientación noroeste-sudeste casi perpendicular a las superficies de estratificación, está conformado fundamentalmente por rocas de edad ordovícica (entre 435 y 500 millones de años antes del presente), dominando la que se conoce, de manera informal, como "Cuarcita Armoricana" (Formación Barrios, en términos académicos), una sucesión con dominancia de cuarcitas tan resistentes a la erosión que constituyen los principales cabos geográficos de la costa de Asturias (Busto, Vidío, Peñas, Torres). Al techo de la cual, hacia el emboquille NO, se dispone una secuencia con predominio de pizarras de color negruzco (Formación Sueve). Ambas unidades estratigráficas muestran, y de ahí su interés, un gran patrimonio fosilífero, representativo del periodo de mayor radiación de seres vivos registrados en la historia del planeta.

Cuando se ejecutaba la perforación surgió una significativa sorpresa: los materiales atravesados tenían una concentración de fósiles muy lejos de lo habitual; ello alertó a un grupo de científicos del CSIC y de las Universidades de Oviedo y Madrid –a las que se añadieron luego especialistas de las de Pisa (Italia) y Cincinnati (EE UU)–, a solicitar permiso a la Dirección General de Carreteras del Ministerio de Fomento para seguir a pie de obra la excavación y escrutar el material que se iba cortando, autorización conseguida sin dificultad.

Los resultados alcanzados fueron de tal calibre y calidad que acabaron trascendiendo los ámbitos regional y nacional, para cobrar dimensiones internacionales. En realidad, el propio Ministerio patrocinó la edición de un magnífico libro titulado "Un tesoro geológico en la Autovía del Cantábrico", en cuyo prólogo se puede leer: "El túnel Ordovícico del Fabar –que así se le bautizó– puede representar, para la historia geológica de este periodo, lo que Atapuerca significa para los estudios del Cuaternario, sólo que con más de 450 millones de años de diferencia".

La investigación efectuada no pudo ser más fructífera al detectarse casi dos centenares de especies fósiles, 14 de ellas nuevas para la ciencia: trilobites (artrópodos extintos con tres lóbulos), braquiópodos (animales bentónicos con dos valvas), bivalvos (con un caparazón de valvas simétricas), cefalópodos, equinodermos, conodontos (microfósiles extintos de aguas saladas, cuya coloración indica diferencias de temperatura), briozoos (animales coloniales mayoritariamente marinos), icnofósiles (pistas fósiles), graptolitos (animales coloniales extinguidos en el Carbonífero), palinomorfos (pequeñas partículas compuestas de materia orgánica), etcétera.

Pero además brotaron otras sorpresas geológicas: erupciones volcánicas y presencia de petróleo. En efecto, intercalada entre las cuarcitas de la parte alta se halló una capa de caolín cuya génesis proviene de la alteración diagenética de cenizas volcánicas acumuladas en el fondo del somero mar ordovícico, resultantes de una erupción explosiva. La inclusión de pequeños cristales del mineral zircón (con un tamaño de unos 20 mm) ha permitido datarlos, mediante el método uranio-plomo, con una edad de 477 millones de años, lo que confirma su pertenencia al Ordovícico Inferior. Este nivel caolinífero era conocido al haber sido explotado subterráneamente, desde mediados del siglo XX hasta el año 2009, en términos municipales de la zona central (Grado, Illas, Belmonte, Soto de la Barca, Tineo, Tameza y Salas), lo que da idea de la colosal extensión que alcanzó la lluvia de cenizas.

El segundo hallazgo sorprendente fueron unas emanaciones de petróleo crudo rico en volátiles, que fluía a través de las paredes y perforaciones de los bulones. Los hidrocarburos –de génesis natural– se concentraban en zonas donde las cuarcitas estaban más diaclasadas, jugando los huecos fisurales el papel de una "roca almacén". El hecho no es novedoso, pero sí la edad de los sedimentos donde se ha manifestado el crudo, pues el que aparece en la costa de Colunga y Ribadesella, impregna braquiópodos y otros moluscos fósiles del Jurásico, o sea, 300 millones de años más joven que el del Fabar, considerado el más antiguo que se conoce en Europa.

Hoy día el túnel está gunitado, por lo cual las cerchas metálicas y bulones junto al hormigón proyectado, impiden realizar observaciones comprobatorias de lo que es una riqueza oculta.

Los ejemplares recolectados están depositados en el Museo del Instituto Geológico y Minero de Madrid. Dado que estos fósiles los proporcionó el subsuelo asturiano, se me ocurre interrogar: ¿Por qué no se encuentran expuestos, al menos en parte, en el Museo de Geología de la Universidad de Oviedo? No es un hecho aislado, aconteció lo mismo con los restos fósiles de mamíferos herbívoros del Cenozoico descubiertos en Llamaquique (Oviedo), junto con una tortuga que está depositada en la Universidad de Salamanca. Retomando la famosa expresión del Cantar del Mio Cid ¡Cosas veredes!

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