Billete de vuelta

El PP de Gijón y la navaja de Ockham

Francisco García

Francisco García

Parece que el PP de Gijón no acierta a deshojar la margarita, que se le resiste el pétalo de la flor de mayo electoral. No tienen prisas los populares o no les aparece el mirlo blanco que le ponga alas al tradicional decaimiento.

A la derecha gijonesa no le salen las cuentas por culpa de su lejana tradición cainita. Desde los tiempos de Pilar Fernández Pardo para acá no ha habido mandato en que el PP no se haya metido en un fregado de aguas turbulentas, en un cruce poco amistoso de cuchillos cachicuernos que coartaron sus expectativas en las urnas.

Dijo el vicesecretario general de Génova en su reciente visita a Oviedo que el candidato gijonés lo designarán al alimón Álvaro Queipo y Diego Canga, de quienes desconocemos a día de hoy el gusto por la filosofía escolástica. De ser así, deberían echar mano urgente del postulado conocido como "la navaja de Ockham", según el cual cuando nos enfrentamos a un interrogante, la mejor solución suele ser la más sencilla.

Por cuestión profesional, de cortes a navaja quien más sapiencia atesora es Germán Heredia. Pruebas hay también de que Pablo González es ducho en el manejo de la faca y el canivete, que uno no llega a presidente local del partido sin haber rasurado alguna cabellera. De la lectura de las encuestas, uno de los candidatos mejor valorados de los que sonaron semanas atrás es Enrique Tamargo, expresidente del Grupo Covadonga, al que Canga, ojo al dato, ha incluido en su sanedrín de notables. Como a la regatista Pumariega, para la que soplan vientos favorables y parece tener bien orientada la vela.

A la navaja de Ockham le llaman también "principio de parsimonia". Con tanto comedimiento y pachorra en decidir el número uno de la lista, cada día que pase será más difícil afeitar el huevo.

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