Querido Cefe

La muerte del gran periodista asturiano une en la tristeza y la admiración a Galicia y Asturias

Melchor Fernández

Melchor Fernández

Resulta muy difícil despedirse de alguien cuya partida definitiva, paradójicamente, nos devuelve con más fuerza su presencia. La noticia, totalmente inesperada, de la muerte de Ceferino de Blas, tuvo para quienes le conocimos y le añoramos ese efecto.

Cefe fue un gran periodista y un gran compañero. Y una persona entrañable como pocas, porque si algo nos trasladaba a los amigos era la expresión de su confianza y no la preocupación de sus problemas. Que sin duda los tuvo. Durante algunos años compartió la práctica de dos vocaciones, la del sacerdocio y la del periodismo. La decisión de retirarse de la primera la llevó a cabo de forma estrictamente personal. Sus amigos, al menos en mi caso, tuvimos entonces la sensación de que no quería implicarnos en sus problemas, tanto menos cuanto más serios fueran. Sigo creyendo que, lejos de una expresión de desconfianza, fue, por el contrario, una manifestación de generosidad.

Como profesional del periodismo Ceferino de Blas fue una figura muy destacada. Lo fue en Asturias, donde, como especialista en temas políticos, sobre todo, en el complejo periodo de la Transición, mereció un especial reconocimiento, que desbordó las fronteras regionales con obras como el libro "Tarancón, obispo y mártir", en las que supo combinar conocimientos y valor.

Si su incorporación a LA NUEVA ESPAÑA fue clave para el relanzamiento del periódico tras su adquisición por Prensa Ibérica, su traslado a Galicia, pocos años después, para incorporarse a "Faro de Vigo" tras ser adquirido también por el grupo encabezado por Javier Moll, sería decisiva. Como director primero y director general después dejaría una huella inolvidable. Su compromiso con Vigo y con Galicia en general le llevó a integrarse profundamente en la sociedad gallega, a lo que sin duda contribuyó su matrimonio con Marisa Real, destacada periodista viguesa. Cuando dejó la primera línea de batalla del periodismo, Ceferino se convirtió, por vocación y por placer, en un explorador sistemático y profundo de la vastísima colección del "Faro de Vigo", lo que le llevó a convertirse en el mayor experto del centenario periódico vigués, el más antiguo de los que se editan hoy en España. Y su prestigio como experto comprometido con su ciudad de residencia hizo que fuera designado cronista oficial de Vigo.

Su fallecimiento tendrá con seguridad un eco profundo de admiración y tristeza en la que se convirtió en su tierra de adopción. Pero serán muchos los asturianos que recuerden con similares sentimientos a este paisano suyo, nacido en Corvera. En lo que se refiere a quienes tuvimos la suerte de ser sus amigos, estoy seguro de que sentimos la necesidad de añadir a la tristeza del adiós la proclamación de lo mucho que le quisimos.

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