El adelanto electoral

Sobre la propuesta de Tamames de convocar las elecciones generales a la vez que las municipales y autonómicas

Óscar R. Buznego

Óscar R. Buznego

A la extravagante moción de censura presentada por Vox solo le faltaba la filtración del discurso que leerá el candidato propuesto y eso ha sucedido, prolongando así la algarabía que la ha rodeado desde el principio. De la oposición frontal que el partido de Abascal ha planteado al Gobierno cabría esperar en el segundo intento de derribarlo, si este es el propósito de la moción, como se desprende del artículo de la Constitución que la prevé, un duro reproche y las razones por las que se promueve un relevo en el Ejecutivo a escasos meses de las elecciones generales. Sin embargo, la audiencia que siga el debate podría verse sorprendida por el contenido y el tono que va a emplear Ramón Tamames. Según la versión publicitada, empezará haciendo un homenaje a los revoltosos de la generación del 56 que se manifestaron contra Franco, propugnaron la reconciliación nacional y acabaron en la cárcel, entre ellos el propio Tamames y Sánchez Dragó, quien lo apadrinó para la moción. Luego centrará su crítica a la coalición gubernamental, con alusiones directas a Pedro Sánchez, en el sesgo ideológico de la ley de memoria histórica, la connivencia con los independentistas en perjuicio del conjunto del país, la deriva hacia una "autocracia absorbente" por la confusión provocada en los poderes del Estado y lo caras que nos pueden salir algunas medidas económicas adoptadas. De la redacción del texto se deduce que hará su intervención de modo respetuoso, moderado y con argumentos que merecen atención. Un sector amplio de la opinión pública española firmaría el documento completo o lo aceptaría con alguna discrepancia. La disonancia con el conocido discurso de Vox será patente.

Ramón Tamames advierte que, de acuerdo con el artículo 113 del texto constitucional, la moción no incluye un programa de gobierno. En efecto, la Constitución no, pero el artículo 177.1 del Reglamento del Congreso sí, en coherencia con el carácter constructivo que define el mecanismo de la censura al Gobierno. Entre las pocas propuestas que hará el candidato, destaca la de una reforma electoral que rebaje el peso de los partidos nacionalistas en la formación del gobierno central. Hay un acuerdo amplio en torno a este objetivo, pero suele pasarse por alto que no resulta fácil de conseguir. De las fórmulas sugeridas, unas serían ineficaces, como la elevación de la barrera electoral, y otras, como la descalificación de los partidos sin implantación en todo el país para competir en las elecciones generales, tendrían consecuencias, previstas o no, indeseables.

El ponente pondrá el énfasis en sugerir un adelanto electoral, de manera que se celebren todas, las locales, las autonómicas y las generales, excepto las europeas, el último domingo de mayo. Ciertamente, la petición no justifica una moción de censura, que nos tiene algo distraídos desde hace unas semanas. Después de todo, Vox no ha dejado de invocar elecciones y la caída del gobierno, y debe estar seguro de que la moción va a ser rechazada por la mayoría del Congreso. En este punto, correspondería preguntar a Vox cuál es el verdadero motivo que le ha llevado a presentar una segunda moción. Puesto que la espera de la respuesta puede ser larga e inútil, pensemos si es conveniente el adelanto electoral solicitado.

La celebración conjunta de las elecciones, al mezclarse las campañas y los candidatos, provocaría una contaminación del voto cuando las encuestas están indicando que hay un sector de electores que se muestran inclinados a votar opciones distintas en las tres elecciones. Tras una legislatura tan controvertida quizá sea lo más procedente que los electores emitan su juicio sobre el gobierno de la nación por separado. Pero, por otro lado, el adelanto sería mínimo, de solo unos meses, ahorraría una campaña electoral y tendríamos un gobierno, del mismo color político o de otro signo, con una mayoría parlamentaria renovada y la fuerza necesaria para afrontar una nueva etapa. Como estamos viendo, sobre todo a efectos parlamentarios, podemos dar por agotada la legislatura. Y también el gobierno. La coalición no parece estar en condiciones de gobernar con un mínimo de coherencia y eficacia. Las tensiones acumuladas y la precampaña electoral ha distanciado a los socios que la componen, que ahora van a pugnar por el voto en un escenario complejo. Líderes y partidos se juegan mucho en este envite y la beligerancia mutua entre el PSOE y Podemos se ha disparado en estas semanas. La prolongación por cálculo político de la legislatura podría suponer la pérdida de un tiempo precioso. El dilema no es sencillo, pero la idea de adelantar las elecciones no es descabellada.

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