El trasvase de los asistentes

El Museo Nacional de Ciencias Naturales permitirá que un día a la semana los visitantes lleven a sus canes

José María Ruilópez

José María Ruilópez

El presidente del Colegio de Veterinarios de Asturias afirma que "hay un exceso de humanización de los animales y no es bueno ni para ellos ni para las personas". La ley de Bienestar Animal prohíbe comprar o vender perros, gatos y hurones. Los propietarios tienen que hacer un cursillo para convivir con esos animales. Parece que en Gijón hay unos 37.000 perros, sin contar los que no tienen el chip correspondiente. En cada portal hay por lo menos media docena de animales, especialmente perros, sin contar los que no toman el aire. Ahora en los ascensores tienen preferencia los canes, porque a ver quién entra en un cubículo tan reducido con el carrito de la compra o con dos bolsas del súper y un pastor alemán o un dálmata, aunque hay excepciones, como el bulldog inglés que tiene múltiples pliegues en su cuerpo y es rechoncho y perezoso.

El Museo Nacional de Ciencias Naturales va a dedicar un día a la semana para que los visitantes puedan llevar a sus canes a ver los ancestros del mundo. Se está produciendo un trasvase de asistentes a los eventos más o menos relevantes. Hace unos días tuve el gusto representar mi último poemario "Tiempo imaginario" en el Ateneo Jovellanos y ni acudió el presidente de esa entidad, ni el Director Municipal de Cultura, Miguel Barrero, al que le cayó del cielo, entiendas del carnet, el cargo, o el chollo, como reconoció hace poco, y fui asistido en el acto por mi editor que vino desde Madrid, Luife Galeano, y la representante del Ateneo, Cristina A. de Cienfuegos, y eso que LA NUEVA ESPAÑA dio buena cuenta del evento con una estupenda entrevista que me hizo Gabriel Cuesta al efecto.

O los tiempos están cambiando o se necesita que la ideología se manifieste y se ponga como bandera cuando se hace algo para que los entes públicos se enteren y de paso decidan quien sí y quien no, en un sectarismo insultante, cuando lo que es necesario es la privatización de la cultura, desligar la creación artística de los funcionarios de medio pelo, que no hacen más que distribuir el capital que les ofrece el presupuesto municipal como simples contables de lo ajeno. Es una fórmula disimulada del cubanismo, que utiliza el pensamiento ideológico como baremo para distribuir a los creadores en conmigo o contra mí. Si en la presentación de dicho poemario dije que escribo en libertad sólo porque no espero nada de nadie, queda patente que no puedes ni siquiera esperar la presencia de aquellos que cobran de mis impuestos para, por lo menos, justificar que están allí, que nadie les pide favores, sino el cumplimiento de sus obligaciones contraídas vía el partido político que les alberga, como cachorros amamantados por la loba romana de Rómulo y compañía y a través de la cual llegaron a donde están.

Sabemos que el 28 de mayo hay elecciones locales y autonómicas. Ni siquiera en momentos así se alteran pensando que la suerte les viene empaquetada desde las urnas con lazo de regalo. Craso error, cuando los vaivenes sociales andan convulsos y nadie regala nada, y los errores de ayer son los resultados de mañana. Viendo lo que hay, acabarán siendo los animales, perros, gatos y otros caniches quienes se presenten en las aulas de los eventos culturales como delegados de sus propietarios, porque la apatía y el desprecio de sus dueños ya les dicen: "ve tú, que estoy cansado". Porque los dueños, tal vez debiera decir los compadres, de los animales les hablan como si fueran hijos, vecinos en el portal, o visitantes de museo, y los consideran como valedores figurantes y oyentes en actos de todo tipo. Acabarán yendo al teatro, la ópera y el circo, donde sus congéneres ya se están sindicando para reivindicar la seguridad social y todo eso. Que luego llega la ancianidad y los gastos veterinarios se multiplican. Así que el presidente del Colegio Veterinario, Armando Solís, tendrá que estar atento a ver qué resulta de "esa humanización de los animales", según afirma él, que de eso algo debe saber, por supuesto, porque cualquier día exigen butacas especiales para perros en el hemiciclo o los anfiteatros.

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