Verba volant, scripta manent

Homenaje a Agustín Hevia Ballina

Javier Fernández Conde

Javier Fernández Conde

"Verba volant, scripta manent" es el título de un libro de trece estudios, publicado por el Archivo Histórico de Asturias y presentado hace unos días en la sede de dicha institución por su directora Mª C. Paredes Naves. Traducido a la letra, significa: "las palabras vuelan, los escritos permanecen". Y está tomado de un político al Senado romano, llamado Cayo Tito. También podría entenderse de otra manera: las palabras son como aves que vuelan y pueden tener así una enorme difusión, pero la letra escrita, inmóvil, corre el peligro de quedar obsoleta y morirse. Creo que era el sentido que daba Gregorio Magno a la letra escrita, inspirándose, seguramente, en Platón, para quien la aparición y la consolidación de la escritura podría minusvalorar las palabras transmisoras de sabiduría. La directora del Archivo entiende el proverbio de la primera manera –lo dijo explícitamente– pero, en cualquiera de los dos sentidos, sirve para definir la obra inmensa del homenajeado Hevia Ballina: su palabra de mil discursos vuela como las aves del cielo y, escrita en una serie abrumadora de trabajos, no se olvidará ya nunca, en cualquier soporte que se encuentre.

Hevia Ballina nace en Villaviciosa en 1938, se ordena sacerdote en 1963; se especializa en lenguas y estudios clásicos en la Universidad Pontificia de Salamanca; y desde 1967 es profesor de dichas especialidades en el Seminario de Oviedo por más de cuarenta años. Completa su actividad académica con otra que ha llenado también su vida y colmado sus aficiones: el desvelo por proteger el patrimonio histórico-artístico y, de manera especial, el escrito. Y pudo hacerlo, de forma oficial: al ser nombrado Archivero Diocesano y Capitular y secretario de la Comisión de Patrimonio de la diócesis. Los que conocemos toda la trayectoria de don Agustín sabemos muy bien lo que significó para él la formación del Archivo Histórico Diocesano. No lo creó de hecho, pero sí en la práctica. Cuando se hizo cargo de dicha institución, no era prácticamente nada como archivo propiamente dicho. Ahora, se puede considerar como uno de los mejores de España en su género y por su funcionamiento. Y lo saben bien los numerosos investigadores que lo frecuentan diariamente. Por testimonios de muchos párrocos asturianos y por él mismo, sabemos de sus viajes en el propio coche por toda la geografía asturianas para recoger los "Libros sacramentales" y de otras materias, si los hubiere; de las resistencias naturales que tuvo que vencer de no pocos curas que se resistían, con cierta lógica, a que su "archivo parroquial", mejor o peor organizado, se trasladara a Oviedo. La mayor parte de las sacristías, los recovecos del complejo entramado vehicular asturiano, los distintos coches que fue usando y agotando, serían testimonios elocuentísimos de esa tarea prometeica. Uno, avezado a andar por archivos de todas clases, desde el Vaticano a otros nacionales, cuando se sienta hoy en el Diocesano de Oviedo, queda absolutamente admirado por la tarea personal de quien lo reunió, en gran parte, de quien lo organizó, de quien lo puso en funcionamiento. Y ese fue Hevia Ballina con sus "voluntarios", aficionados y jubilados que, a coste cero. Le ayudaron desde el principio.

Los "scripta" de Agustín, su obra escrita, es también casi descomunal, y digo casi, porque se puede encontrar bien organizada en varias de las semblanzas de su personalidad científica, antes, y ahora con motivo de su libro-homenaje. De sus libros quiero mencionar uno sólo, no porque sea el mejor ni el más extenso, sino porque fue su discurso de entrada como miembro de número del RIDEA el año 2000: "Lo archivos de la Iglesia, como memoria viva de la comunidad cristiana: testigos de la vida y de la historia" y tuve la satisfacción de contestarle oficialmente. Fue el primer secretario de la revista de investigación del Seminario "Studium Ovetense" el año 1973 y comienza a publicar allí, en el primer número, sus investigaciones que tienen mucho de lingüísticas, en el amplio sentido de la palabra, y que se adecuaban también a su formación específica. En la larga historia de esta miscelánea anual seguirán otros muchos, alguno de los cuales utilizado por mí, con mucho provecho, en una monografía reciente aún no publicada. Fue también director de la Asociación de Archiveros de España, responsable de la organización de sus congresos y coordinador primero de su revista, "Memoria Ecclesie" (1990), en la que participan archiveros de muchas diócesis y otros investigadores que no pertenecen a dicha entidad, entre los cuales siento el orgullo de contarme. En esa revista, lo mismo que en el "Boletín del Real Instituto de Estudios Asturianos" y en otras españolas se encuentran trabajos históricos de don Agustín, desde los de índole local a otros que abordan acontecimientos o personalidades históricas tan destacadas como Pelayo o Jerónimo Feijoo, por poner sólo dos ejemplos. Pero nuestro archivero quería además que su "palabra escrita" no se dirigiera únicamente a los autores de revistas especializadas. Pretendía también que "volara": asomándose a la prensa escrita con una frecuencia abrumadora y sobre asuntos de "lo divino y de lo humano", preferentemente eclesiásticos. No creo que exagere si digo que un elenco completo y ordenado de todos ellos resulta, sencillamente, abrumador.

El libro-homenaje que mencionábamos es también misceláneo y todos los autores agradecen sus relaciones con el gran archivero que fue Agustín, a quien demuestran, de una u otra manera, su reconocimiento. Eso es, al fin y a la postre, lo que significa un libro-homenaje. Varios de ellos abordan temáticas relacionadas con la Catedral. La profesora Saénz Pascual, de la Universidad de Oviedo, explica los contenidos de un inventario de la Librería Gótica que se encuentra en el archivo capitular y tiene un interés especial porque sirve de referencia para calibrar el rico contenido de esta Librería, a finales de la Edad Media, antes de que se perdieran posteriormente valiosos ejemplares por sustracciones o por simples y, a veces, inocentes donaciones. N. Vigil, de la Universidad de Murcia, analiza minuciosamente contratos de aforamiento del patrimonio inmobiliario del cabildo catedralicio en la primera parte del siglo XV, una forma concreta de explotación de los bienes de la rica institución ovetense. Yayoi Kamamura, profesora de Arte, presenta y estudia documentos relacionados con la reja de una puerta catedralicia, situada entre la capilla mayor y la girola, contratada por un obispo de Oviedo en el siglo XVII.

Tres personalidades asturianas relevantes y muy diferentes: el historiador de Indias Gonzalo Fernández de Oviedo, el conocido Benito Jerónimo Feijoo y el beato Eufrasio del Niño Jesús, conforman otro capítulo. Abol-Brasón, profesor de la facultad de Derecho, ahonda en la ascendencia familiar del primer cronista de Indias, considerada por alguna bibliografía de origen converso; y pone de relieve su condición de “cristiano viejo”, describiendo su familia como noble, aunque no disfrutara de una notable relevancia social y económica. Fernández Ortiz, del departamento de Historia, repasa minuciosamente la documentación relacionada con el padre Feijoo, para establecer con exactitud los años, en los que ejerció de abad de San Vicente, tres veces, en concreto, y precisar los "negocios monásticos" de los que se ocupaba al ostentar dicho cargo. Paredes Nava, la directora del Archivo Provincial ya citada, describe los documentos del fraile carmelita, beatificado recientemente (2007), en el contexto de los eventos revolucionarios de 1934, que pueden encontrase en "su" archivo.

La cultura y las instituciones forman parte de otro capítulo, en su conjunto, el más amplio seguramente. La profesora Sanz Fuentes, emérita de nuestra Universidad, publica un breve fragmento de las Partidas en lengua gallega: una prueba clara de cómo se utilizaba este famoso código medieval en la lengua de cada región para hacerlo más inteligible. Se encuentra en la colección de fragmentos del propio Archivo Histórico Diocesano, formada con mimo por don Agustín. Calleja Puerta, también del departamento de Historia, especialista en estudios sobre el notariado medieval, ofrece unos breves y esclarecedores apuntes sobre la implantación de esta institución en el concejo de Maliayo. Pérez de Castro Pascual, de la Facultad de Derecho, nos ilustra sobre la venta de los bienes eclesiásticos en el contexto de la desamortización de Carlos IV en la Caja de Consolidación (1800-1808), que significó "una merma considerable de los bienes eclesiásticos de muchos santuarios, cofradías… y la imposibilidad de continuar cumpliendo los fines para los que se habían creado. Sanhuesa Fonseca, del departamento de Musicología, presenta una reseña deliciosa sobre los marqueses de Canillejas, una familia aristocrática asturiana que alternaba su residencia de Madrid con la veraniega en Oviedo, en las que confluían músicos de ámbito local como Andrés Iglesias, Lavandera… y virtuosos de talla internacional, entre los que destaca Charles Beck, que también pasó por su "animada y musical" casa ovetense.

También encontramos un capítulo de dos breves y precisos estudios sobre tres parroquias del Occidente asturiano: Álvarez Castrillón (San Andrés de Logares) y Argüelles Crespo (Beares y Serantes). Hevia Ballina dedicó muchos de sus trabajos y también sus amores a esta institución tradicional.

Finalmente, el actual director del Archivo Diocesano, Tuñón Escala, expone con rigurosa brevedad "El Discurso en defensa de los labradores", del sacerdote llanisco Ramón Quintana Fuente (1784), representante de algunos curas ilustrados del siglo XVIII que trataban de fomentar la agricultura de aquellos años siguiendo las pautas de las Sociedades Económicas de Amigos del País.

Glosando las odas del poeta Horacio, al que conoce bien Hevia Ballina, podemos concluir diciendo que los trece trabajos reseñados constituyen un hermoso monumento "aere perennius": más duradero que el bronce, que el homenajeado merece y agradece, sin lugar a dudas. Y todos los que lo conocemos y queremos también.

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