La lucha contra el absolutismo de Álvaro Flórez Estrada y Rafael del Riego en 1823

Doscientos años de uno de los capítulos relevantes de nuestra Historia contemporánea

Carlos González Cuesta

Hace 200 años por estas fechas estaba a punto de cerrar uno de los capítulos más relevantes de nuestra Historia contemporánea. La entrada en el país de las tropas francesas dirigidas por el Conde de Angulema, promovida por las potencias europeas integradas en la Santa Alianza, pretendía acabar con la experiencia revolucionaria del Trienio Constitucional, la construcción del Estado liberal y con la primera experiencia de Monarquía Constitucional en España.

En la lucha contra la reacción absolutista participaron varios liberales asturianos, pero Álvaro Flórez Estrada y Rafael del Riego tuvieron un protagonismo destacado. Ambos eran hijos de hidalgos rentistas y herederos intelectuales de los influyentes reformistas e ilustrados asturianos que habían contagiado el país de lo que Floridablanca consideraba "los infectos vientos del Norte".

Hasta el Trienio Liberal (1820-1823), Flórez Estrada mantuvo una importante actividad política, mientras Riego, casi 20 años más joven, apenas había participado en la vida pública. La trayectoria política de Flórez se inicia al final del reinado de Carlos IV y despunta durante la Guerra de la Independencia. Durante este periodo fue designado Procurador General del Principado, promueve la Proclama contra Napoleón, conspira para crear la Junta Suprema de Asturias y redacta un Proyecto de Constitución que contribuye al debate legislativo durante las sesiones de las Cortes de Cádiz, aunque no participe como diputado en aquella asamblea de notables. También publica "Examen imparcial de las disensiones de las Américas con España", que busca soluciones al problema de la independencia americana, de la que era partidario.

Por su parte, Riego, después de abandonar los estudios de Leyes, se inclina por la carrera militar y forma parte de la Guardia Real de Carlos IV hasta su disolución. En 1811, se incorpora al Ejército del Norte como ayudante del capitán general de las tropas asturianas Vicente María Acevedo que combaten contra los franceses en la batalla de Espinosa de los Monteros; allí sacrifica su libertad para proteger la vida de Acevedo, que resulta malherido en la lucha y ejecutado de forma execrable durante el traslado a un pueblo próximo, como recuerda una lápida que se conserva en el Palacio de Miraflores de Noreña. Riego cae prisionero y le trasladan a Borgoña, en donde posiblemente entra en contacto con los ideales revolucionarios.

En 1814, Fernando VII restaura la monarquía absoluta e inicia la persecución de los liberales. La represión provoca la marcha de Flórez al exilio en Londres, mientras Riego prosigue la carrera militar en España y, como otros militares liberales, se levanta contra el monarca. Los pronunciamientos de Espoz, Porlier, Lacy y Riego fracasan, pero el golpe de Riego en Cabezas de San Juan, el 1 de enero de 1820 –tras arengar a las tropas americanas dispuestas para embarcar con la finalidad de reprimir la sublevación que estaba en marcha desde 1810– encuentra apoyo en otros lugares del país, después de deambular con su ejército por Andalucía varios meses. En las ciudades de Coruña, Vigo, Pamplona y Madrid la población y el ejército se movilizan y fuerzan a Fernando VII a aceptar la Constitución de Cádiz y a promulgar un Manifiesto a la Nación: "Marchemos francamente, y yo el primero, por la senda constitucional".

A comienzos del Trienio, Flórez vuelve de Londres influido por la experiencia política de un país que "supo asegurar los derechos del pueblo" y resulta elegido diputado por la provincia de Asturias en las Legislaturas Ordinarias de Cortes 1820 y 1821 y en la Extraordinaria 1821-1822, y designado miembro de las comisiones de economía y milicia de las Cortes, en cuyas sesiones interviene en más de un centenar de debates sobre la defensa de los derechos individuales, libertad de imprenta y reunión o en la elaboración del primer Código Penal.

Riego accede a la condición de diputado el 3 de enero de 1821 por la circunscripción de Asturias –en enero de 1822 pasó a denominarse provincia de Oviedo, con la oposición de los diputados asturianos– y permaneció en el cargo hasta junio de 1823. Durante el mes de marzo de 1822 ocupó la Presidencia de las Cortes. Flórez no figura como diputado en la Legislatura de 1822, porque la Constitución de 1812 impedía la reelección consecutiva. Sin embargo, en esta época, ambos siempre mostraron una posición liberal "exaltada" frente a los intentos de moderación de Martínez de la Rosa, y empeño por "dar un testimonio a Europa de que sabemos respetar la libertad de los pueblos y la dignidad del trono".

En enero de 1823, el anuncio de Luis XVIII de enviar tropas a España obliga a trasladar al Rey y a las Cortes de Madrid a Sevilla, lo que provoca la división de los liberales exaltados, la agitación en la capital y la dimisión del gobierno.

Unos días antes de la invasión, el 28 de febrero de 1823, Flórez Estrada fue nombrado secretario de Estado al frente del gobierno "comunero" compuesto por Calvo Rozas, Torrijos, Román, Mariategui y Muñoz. Flórez sustituye al liberal exaltado Evaristo San Miguel, con quien está enfrentado, y se convierte en la máxima autoridad del país después del Rey; pero nunca llega a ejercer el poder por la dilación del gobierno San Miguel, que se niega a presentar a las Cortes la memoria de gestión.

El 7 de abril de 1823, las tropas francesas dirigidas por el Duque de Angulema invaden el país y avanzan sin oposición, cuentan con el apoyo de los realistas y del monarca, que no jura la Constitución, ni cesa de conspirar contra el nuevo régimen.

El 21 de abril de 1823 (BOE. 28/4) queda en suspenso el nombramiento de Flórez Estrada y las Cortes desposeen del título a los ministros del gobierno. En junio de 1823, las Cortes se trasladan de Sevilla a Cádiz, pese a la oposición de Fernando VII, lo que fuerza al gobierno a declararlo incapaz y a formar un Consejo de Regencia. En agosto, Calatrava, ministro de Gracia y Justicia, renuncia en Cádiz a defender el régimen del Trienio ante la incapacidad de las tropas constitucionales de oponerse al ejército francés.

Flórez huye primero a Granada y luego a Gibraltar, desde donde parte para Inglaterra con Argüelles y Manuel María Acevedo, mientras el Conde de Toreno se dirige a Francia. Durante su exilio en Londres, Flórez redacta "El Curso de Economía Política" y mantiene con Calatrava una agria polémica sobre las responsabilidades del fracaso del régimen del Trienio Liberal.

Cuando Fernando VII se niega a continuar hacia el Sur, en la turbulenta sesión extraordinaria del 11 de septiembre de 1823, Riego renuncia al acta de diputado para reincorporarse al ejército, pero el desánimo, las deserciones y la división interna minaron la resistencia de su batallón. Riego fue capturado, el 15 de septiembre de 1823 por voluntarios realistas en Arquillos (Jaén) y trasladado a Madrid.

El Gobierno liberal, que todavía resiste dos semanas en su reducto gaditano, se disuelve después de obtener del monarca la promesa de que no habría represalias, pero el 1 de octubre Fernando VII incumple su promesa, anula la Constitución y desencadena la represión contra los liberales. Una de sus primeras víctimas fue el General Riego quien, juzgado en Madrid y acusado de haber votado la inhabilitación del Rey, fue declarado culpable de alta traición. El tribunal lo condenó a morir en la horca. La sentencia se cumplió en la Plaza de la Cebada de Madrid el 7 de noviembre de 1823. La figura de Riego acabó siendo contagiada por el espíritu romántico que lo convirtió en héroe popular y símbolo de la revolución liberal; incluso fue adoptada por los republicanos, aunque estos apenas tuvieran presencia durante el Trienio.

Mientras, Flórez Estrada, que se había trasladado de Londres a París, vuelve a España en 1833 con 67 años. Durante la Regencia de María Cristina, resulta elegido procurador por la provincia de Oviedo para el Estamento de Procuradores en la Legislatura de 1834-35 y en la primera de 1836. En las siguientes legislaturas 1837-38, 1838-39, 1839 y 1840, formó parte de candidaturas moderadas, pero sin abandonar cierto radicalismo en asuntos como la desamortización, la cuestión social o la idea de propiedad.

Varios factores explican el viraje conservador de Flórez al margen de las razones biológicas a las que alude Larra (en las Cortes de 1834 "todos eran mayores..."). Cabe apuntar otras causas que pudieron influir en Flórez en esas fechas: las diferencias entre liberales y la formación de nuevos partidos como el monárquico constitucional, la rivalidad con Calatrava y las discrepancias con Mendizábal sobre sus reformas, los efectos de la primera guerra carlista, la enorme conflictividad social y política en España entre 1833–1843, las experiencias revolucionarias en Inglaterra y Francia … Si atendemos al consejo de la historiadora Isabel Burdiel, lo importante es ver qué podemos aprender de cada biografía. Las vidas de Flórez y Riego ofrecen muchas lecciones, pero si por algo destacan es por la defensa de los derechos y libertades individuales y su espíritu valiente, irreductible y rebelde contra el absolutismo y la tiranía.

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