Lo sostenible y lo vulnerable

Asuntos de nuestro tiempo

José María Ruilópez

José María Ruilópez

Hace unos días se celebró el Día Mundial del Medio Ambiente. Con los años la semántica de las palabras va tomando sesgos diferentes. Antes, ambiente era lo que se decía de un lugar donde abundaba la diversión, convivían ambos sexos y la risa, medio tonta, lo invadía todo. Ahora, le ponen delante un "medio", que no quiere decir la mitad, y se convierte en algo climático, como un coco que se va apoderando de los niños y los mayores lentamente. Primero fueron víctimas de este medio las bolsas de plástico. Pues nada, guerra contra ellas. Cuando creíamos que iban a desaparecer, las tiendas y otros lugares de adquisición de bienes y consumos seguían utilizándolas, pero cobrándolas, 10 y hasta 20 céntimos. "Es que son reciclables". Vaya usted a saber. Y ofrecieron sustitutos, claro, bolsas de tela, como las del pan, que ahora parece que para fabricar cada kilo de tela se necesitan dos mil litros de agua, que tampoco hay H2O, eso es lo que dicen. En todos los concejos asturianos hay docenas de fuentes que vierten miles de litros de agua clara a los ríos. Y cucharas de madera, en plan, voy a probar la fabada a ver cómo está de sal. Variados contenedores públicos para la basura, que son como las campanas que anuncian de una forma burda que ya es la hora de acostarse cada vez que los recogen, que en ocasiones necesitas una guía Michelin para ver dónde diablos vas a meter una bolsa de basura porque ya dudas si todo lo que contiene va al lugar debido.

Sin contar el aspecto político, en una nueva acepción, donde cada uno se quiere sostener bien visible donde está, nada de ceder un ápice de poder al contrario, a pesar de que las papeletas tiene voz propia, y a la mínima asoman la cabeza por la urna y avisan sin contemplaciones: "¡eh, Manín, que no saliste!".

Total, que lo sostenible era una especie de el que la coja para él. Y las grandes empresas empezaron a utilizar lo sostenible como fórmula publicitaria. Hasta llegar a la construcción de un "sosteniblómetro", que, a decir de su fabricante, es "una herramienta que mide la sostenibilidad de los hábitos diarios de los ciudadanos a través de un sencillo test". Hace un tiempo, ponían en las casas un aparatín para medir las horas que empleabas viendo la tele. Ahora, van a ponernos el "sosteniblómetro" en el pasillo para ver cuantas veces nos duchamos, cuantas suena la cisterna (debe ser muy complicado hacer cisternas silenciosas), mira que llevamos años molestando por las mañanas a los vecinos.

Y cuídate de solicitar un billete de avión para recorrer trescientos kilómetros. Nada, en tren, que se puede uno mover sin que una azafata te mande abrocharte los cinturones, mientras el gran actor Manolo Morán decía "yo llevo tirantes", y no se contamina el aire con los restos de queroseno, esos vapores que dibujan líneas quebradas en el cielo que se van agrandando poco a poco hasta convertirse en nube. Una maravilla. Si por lo menos los trenes fueran como los de vapor, que paraban veinte minutos en los pueblos y venía una señora a venderte por la ventanilla una empanada hecha en casa… Una maravilla.

Como consecuencia de esto, o debido a esto, o algo así, aparecen los vulnerables, sobre todo en estas fechas de la declaración de la renta. Y entonces, en un país como este que vota casi todos los meses, pues aparecen los bancos de alimentos. Vamos, que mucha gente no tiene qué comer y acude a estos lugares a recoger el menú del día. Ya se ha convertido en Fundación, viene en la Wikipedia, está en Lugones, del concejo de Siero, Asturias, y en 2021 repartieron 1.800 toneladas de viandas entre 18.000 personas, es decir, más de 100 kilos por domicilio. Una pasada, que diría la expresión coloquial. Lo vulnerable también tiene su aquel. Cerca de mi casa hay un señor que vive en un portal abandonado. Allí lee, come, sueña, duerme y es vulnerable porque solo lleva lo puesto y una manta de tipo militar. A lo mejor él no sabe que lo es. Tampoco lo saben los ocupas que la policía echa a cajas destempladas de las casas que no son de ellos, por lo que no tienen que pagar luz, ni agua, ni IBI. Son vulnerables porque el mundo los hizo así, que decía, más o menos, la cantante Jeanette, que el otro día salió en la tele, quien te viera y quien te ve. El tiempo pasa y la vulnerabilidad se prodiga por donde menos te lo esperas. Hasta algunos mendigos (no sé si será expresión políticamente correcta) te lo recuerdan en su cartelito: "mañana puedes ser tú". Y ya te amargan el desayuno. Porque pueden venirte mal dadas y caes de bruces en la vulnerabilidad. Mañana hago un pedido semanal por internet.

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