La hora local

Los retos de las nuevas corporaciones municipales

Guillermo Martínez

Guillermo Martínez

Constituidas las nuevas corporaciones locales, se pone en marcha el reloj del mandato local en los 8.131 municipios españoles. Al problema estructural de la disparidad local –seis de cada diez municipios no llega a los mil habitantes–, se une el tamaño menguante de su población –siete de cada diez han perdido población en la última década–, configurando un espacio complejo y segmentado, con realidades y aspiraciones muy diferentes.

El primer rasgo de la nueva situación local es la creciente dependencia de gran parte de los municipios. Demografía en retroceso, estructura de edad envejecida, aumento de la población vinculada sobre la permanente y un considerable aumento de la regulación sobre su espacio con protagonismo en normas ambientales que, unido a la crisis del aprovechamiento extensivo de las actividades tradicionales, ha hecho crecer un sentimiento de perdedores, cuya gestión presente y futura se aventura complicada.

La dualidad del espacio local se completa con el profundo proceso de concentración de actividad y población en determinados municipios. Mientras unos intentan mantener equipamientos, otros ven como éstos se quedan pequeños para sus necesidades, e incluso entre los que crecen, unos son tractores, y otros recogen la actividad que expulsan los grandes núcleos, generando un sistema de múltiples jerarquías reales, que debilita la misma noción de autonomía local.

La agenda municipal para estos cuatro años debiera abordar un refuerzo de la autonomía local, pues permanece la, para unos, necesaria, para otros denostada pero no derogada, Ley de Racionalización y Sostenibilidad de la Administración Local, aprobada en un contexto de ajuste, que profundizó en la visión corporativa y el control técnico sobre el desarrollo ejecutivo del gobierno local. Conviene una inversión en la dirección de cesión de poder ante las autonomías, donde se han concentrado las élites políticas y se ha detenido el proceso de descentralización, pero que paradójicamente, no han abordado por lo general una planificación supramunicipal de las áreas metropolitanas. Emergen algunos síntomas de agotamiento del alcance del discurso local, que penaliza riesgos y huye de "meterse en problemas".

Los grandes proyectos locales han dado paso a una mayor preocupación por el medio ambiente y la mejora de las condiciones de vida, después de los estragos que causó la dinámica de atracción y concentración de actividades al más puro estilo de las teorías de la ubicación y de los lugares centrales, pues la misma necesidad de recursos por parte de los entes locales, iba configurando un espacio desigual y, con efectos sobre la calidad de vida y sobre el secular problema de la vivienda.

Pero las oportunidades son grandes. Los municipios son el laboratorio perfecto para escenarios de participación ciudadana y para una verdadera cooperación entre administraciones, el ámbito privilegiado para el desarrollo de servicios sociales avanzados, el estabilizador automático ante una recesión y la palanca directa para la reactivación económica, el primer escalón para un acceso asequible a la vivienda o el ejercicio más real de planificación. Allí donde la idea puede encontrar el camino más corto a la acción, la fábrica de los sueños. Es la hora local.

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