La espiral de la libreta

Cenas de verano, las sobremesas

Acerca de los "boomers", apuntes para un retrato generacional

Olga Merino

Olga Merino

El recién estrenado verano, la estación donde convergen el aplatanamiento y el espasmo, trae consigo reencuentros postergados con amigos y sobremesas lentas que propician la conversación, ya sea de hilván o en profundidad. Pues bien, a continuación sigue un listado de los temas que han sobrevenido en las penúltimas cenas:

Vox. La que se viene.

–Los años que restan para la jubilación.

–Los memes de Julio Iglesias ("os caigo el sábado", "julio pasa volando" y tal).

–El sexo a partir de los 50.

–Houellebecq versus Annie Ernaux.

–Los novios, novias, novi@s de los hijos. Y la vulnerabilidad de los progenitores, los que aún permanecen en pie de guerra. El efecto salchicha: o sea, estar atrapado en el medio del sándwich.

–El regreso de los polvos Tang, sabor naranja o limón (alguien ha visto los sobres en un badulaque, junto a la caja registradora).

–Recuerdos. Antiguos amores, discotecas que ya cerraron, las redacciones de antes (el calor adormece el pensamiento urgente).

Un insecto noctívago que parece una polilla revolotea hipnotizado en torno a la llama de una vela. Sobre la mesa, restos de "pa amb tomàquet", aceitunas, la botella de Bombay azul y un melón que nadie ha querido abrir. El melón del desencanto.

Viejas canciones.

Del inventario conversacional expuesto, pude deducirse fácilmente que los comensales pertenecen, año arriba, año abajo, a la generación del "baby boom"; esto es, son hijos de la explosión demográfica acaecida en España entre 1958 y 1977, intervalo que alumbró 13 millones de bebés. A veces me hago un lío con la horquilla, porque en otros países, como Estados Unidos, la eclosión natalicia se produjo antes, entre 1946 y 1964. En cualquier caso, si albergaba alguna duda espacio-temporal, la ha disipado la lectura del cómic "Boomers" (Salamandra Graphic), de Bartolomé Seguí, pues solo con la música que suena en el libro reconozco la geografía de partida: Electric Light Orchestra, Jethro Tull, Van Morrison, Franco Battiato ("Tutto l’universo obbedisce all’amore").

El protagonista, Ernesto, y su pareja, Lola, nacieron en las páginas de la mítica revista "El Víbora" a finales de los 80, y ahora, casi 40 años después, andan algo descolocados. Hablan igual que mis colegas.

Con el fin de "resetearse", Ernesto emprende un viaje a la Mallorca de su pasado. En una noche oscura, conduce un Smart por la carretera desierta bajo la lluvia, que cae vertical sobre las viñetas, como rayas blancas de tiza, como arañazos de cúter. Está solo. Piensa. "¿Es posible perder la contemporaneidad?, ¿ser un apátrida temporal". Quizá ese sea el verdadero himno generacional. Junto con la resaca de haber creído, décadas atrás, que el futuro solo podía ir a mejor.

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