Las últimas horas de Mario Biondo

Una serie bien hecha sobre el suicidio cosida y sostenida sobre sentencias judiciales

José Martínez Jambrina

José Martínez Jambrina

Las tardes de agosto. Calurosos y sudorosos atardeceres veraniegos. Sofocos y sopores. De vez en cuando, uno se arrastra hasta el agua del mar o de la piscina o alcanza una sencilla ducha de plato para aliviarse la fuliginosa pegajosidad del cuerpo. El sofá está demasiado demandado. Y eso que no hay Liga de fútbol. Queda la metadona que traen las series de televisión. Esa mañana me llegaron un par de correos de colegas que venían a decir lo mismo: "Las últimas horas de Mario Biondo. Netflix. 120 minutos. Merece la pena. Va en serio".

El sopor se esfumó y la sensación térmica de calor se diluyó hasta esa confortabilidad que uno le pide al clima. Yo recordaba muy vagamente la historia de este chico, camarógrafo de medios de comunicación fallecido en el año 2013 y que estaba casado con una presentadora televisiva que yo jamás había visto hasta que sucedieron los hechos. Del "asunto Biondo" yo tenía en la cabeza una polvareda, una manada de bisontes corriendo por la pradera. O sea, algo que te resulta molesto en primera instancia porque intuyes que encaja poco en tu vida y que debes apartarlo de la atención cuanto antes. Y que aún recuerdas que ver la televisión enlentece el funcionamiento cognitivo y favorece conductas similares a las de un rebaño de ovejas.

Pero hay trabajos bien elaborados. No es la norma pero existen. Esta serie que me recomendaron es uno de ellos. Cumple exactamente la función que se exige al periodismo: explicarle quien fue y que le sucedió a Mario Biondo a quien no sabía que este hombre existía.

Creo que la serie es muy importante por varios motivos. Porque es una serie cosida y sostenida sobre las sentencias judiciales que son la única fuente a que debe acudir un ciudadano que quiera documentarse sobre un caso similar en un país democrático. Porque desde esa centralidad no surgen axiomas moralizantes. Porque, pese a la incierta relación del productor con una de las partes, no se esconden los errores de dicha parte. Porque se explica claramente el mecanismo mediante el cual se construyen las llamadas "versiones de los hechos", esas deliciosas cherry pickings que muestran lo que quieren y ocultan lo mejor. Porque insiste en que la Administración de Justicia corresponde a jueces, fiscales y forenses y no a las partes implicadas en el conflicto. Porque vemos como tras 10 años de descalificaciones y siembra de rumores interesados, la autopsia que hizo un forense español durante una primaveral y madrileña noche de finales de mayo de 2013 sigue siendo clave y determinante, lo que habla de la firmeza y rotundidad de las pruebas encontradas. Como me recuerda el periodista Sergio González Ausina, a quien hay que leer para curarse de las lepras del siglo XXI, es frecuente que la ciencia forense no pueda ofrecer con precisión exacta y matemática la hora de una muerte, pero luego está el sentido común…

La serie que ha dirigido María Pulido cuestiona frontalmente las teorías de la imitación en la conducta suicida. Un suceso tan concreto y limpio para la ciencia forense ha desencadenado una incalculable cantidad de horas de distorsión de teorías, soflamas y eslóganes sobre la conducta suicida. Durante diez años el "caso Biondo" ha recorrido periódicos, semanarios, platós televisivos, redes sociales sin que casi nadie haya levantado un solo dedo para pedir que se tengan en cuenta las curiosas recomendaciones de sociedades científicas sobre cómo debe hablarse de suicidio para el público general desde los mass media. Así que me temo que more research is needed, que dicen los expertos.

Y el colofón. Lo pone el psiquiatra que interviene en la serie. Si hay un duelo terrible y complicado es el que surge tras la muerte de un hijo. Bueno, pues la brutal irrupción mediática en el duelo de la familia de Palermo ha provocado una congelación, una detención en la resolución de dicho proceso, la única forma de dar sosiego a padres y a hermanos. Y esa congelación ha elegido una salida despiadada: proseguir con una conducta de denuncia que no puede ya dejar de repetirse. Porque si dejan ese pedaleo hacia la nada no puede suceder otra cosa que se caigan a tierra. Como señala el psiquiatra: "Ahora ya no es cuestión de intereses ni de maldades: es que ya no pueden hacer otra cosa".

En el caso Biondo han intervenido 16 jueces españoles, cinco fiscales italianos, dos jueces italianos y 13 peritos de parte. Se han realizado dos exhumaciones, tres autopsias oficiales y una de parte. El resultado ha sido siempre el mismo: Suicidio. Nadie ha sido condenado.

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