Una experiencia inolvidable en los lagos de Covadonga

Luis Alonso-Vega

Luis Alonso-Vega

Dedico mis líneas a alguien tan extraordinario como Guillermo que, con tan solo seis años, tranquilizó a unos pasajeros que iban en autobús en dirección a los lagos de Covadonga, y han tenido un accidente que conmovió a todo el pasaje con sus vueltas de campana. Es genial oír contar el siniestro a Guillermo, con una calma propia de un mayor de edad. Sin duda, pienso que el niño iba acompañado no solo de su familia, sino también por su Ángel de la Guarda y, sin duda, por la Santina. De las inmediaciones de la Cueva había partido el autobús.

Guillermo, te voy a contar una historia vivida por mí hace muchos años. Eran las fiestas de San Mateo en Oviedo y el barullo que había en la ciudad me animó a coger el coche e ir a dar una vuelta por la carretera de Santander. Crucé por Pola de Siero, Lieres, Nava, Infiesto, Villamayor, Sevares, pasé a Arriondas, Cangas de Onís y llegué a Covadonga con una niebla terrible. No obstante la nula visibilidad, me entraron ganas de subir a los Lagos. Muy despacio emprendí el camino y a la mitad me crucé con un vehículo de la Guardia Civil que bajaba. Todo esto en plena niebla. Mas al llegar al lago Enol desapareció por completo, el cielo se abrió y unas estrellas dieron luz hasta el lago de La Ercina.

Cuando llegué era la una de la madrugada. Con aquella noche tan despejada, me acerqué al lago, hasta que mis pies pisaron hierba blanda. Aquello fue maravilloso. Una pequeña hoguera calentaba a un grupo de amigos que cantaban suavemente. En otra parte y con una furgoneta azul, unos extranjeros se movían de un lado para otro. Yo oía las esquilas de unas vacas a lo lejos.

Guillermo, han pasado los años, muchos, y aquella experiencia me es inolvidable. Cuando seas mayor y puedas subir a los Lagos, olvidarás el siniestro que padeciste y, como yo, un hermoso cielo se abrirá ante ti y contarás a los tuyos tu experiencia.

Suscríbete para seguir leyendo