La imagen perfecta de una militar en ciernes

La Princesa de Asturias, en la mili

La princesa Leonor.

La princesa Leonor. / EFE

José María Ruilópez

José María Ruilópez

Periódicos y revistas citan el hecho de la incorporación a filas, es un decir, de la Princesa de Asturias como la cadete Leonor al ser heredera de la Jefatura del Estado en un futuro y haber ingresado en la Academia General Militar de Zaragoza. Incluso hay una revista de las llamadas cardiacas que titula en primera página: "Leonor sufre acoso y machismo en las redes". No cito a la firmante de este artículo porque va de especialista en chismes y conocedora en profundidad de la Casa Real cuyas fuentes desconozco, y no estoy seguro si son manantiales de agua cristalina o simples lodazales, al referirse a las redes sociales en las que suelen estar todos los jóvenes y también los mayores donde opinan y comentan el día a día propio o de la variada actualidad.

El caso es que la cadete Leonor da una imagen perfecta de lo que es una militar en ciernes, con su uniforme, su galleta con el galón de un angular como cadete Borbón Ortiz. Se la ve aplicada, pelo recogido con moño en la nuca y atenta a las clases teóricas. Por su estatura y atractivo (1,75 metros) podría formar parte del escuadrón de Gastadores, tropas que ya provienen del siglo XVI en las del Gran Capitán.

Además del aprendizaje teórico, la cadete Leonor tiene que superar pruebas físicas, saltar 36 centímetros con los pies juntos o correr 50 metros en 8,8 segundos. Cuando el servicio militar era obligatorio en España, la edad de entrar en caja era de 21 años, 18 para los voluntarios. La princesa cumple 17. Todavía, no se le podría exigir lo mismo que entonces. Uno, que ya pasó por ese trance militar obligatorio, podría hablar con detalle de muchos pormenores del asunto, pero eso ya lo hizo y seguro que mucho mejor, Mario Vargas Llosa en su novela "La ciudad y los perros" en los años cincuenta cuando hizo dos años de educación secundaria en el colegio militar Leoncio Prado en Perú.

Según la Constitución española de 1978 al Rey, jefe del Estado, "le corresponde el Mando Supremo de las Fuerzas Armadas, así como, previa autorización de las Cortes Generales, declarar la guerra y hacer la paz". Bajo este mandato es por lo que la cadete Leonor está instruyéndose en la milicia. No quiere decir (esperemos) que mañana tenga que tomar decisiones extremas aplicando su derecho y obligación de autorizar acciones bélicas. Pero como heredera, y abolida la ley sálica que favorecía a los varones, se ve en la tesitura de asumir sus responsabilidades, en lo que en un futuro será Capitán General de los tres ejércitos.

En las casas reales europeas tienen la costumbre de celebrar el cumplimiento de los 18 años de los herederos al trono, haciendo algunos fastos de acuerdo con la tradición de cada país. Es una incógnita cuando cumpla la princesa Leonor los 18 el próximo 31 de octubre si habrá algo de esto. No hay comparación con los países caribeños, por ejemplo en Cuba, donde se celebran por todo lo alto los 15, edad clave para una mayoría de edad, en especial en las mujeres, que no escatiman gastos en la celebración.

Esta noticia en pleno agosto y sin un gobierno efectivo va camino de convertirse en el culebrón del verano. Todos los periódicos dan detalles de la incorporación de la princesa Leonor a la academia militar, con la despedida de sus padres. Como en la época del servicio obligatorio donde los padres despedían a los hijos con lágrimas cuando eran destinados a Ceuta o Melilla o al Sahara, este último, territorio español hasta 1976.

Por su edad es lógico que el periodismo semanal ande buscándole amistades que vayan más allá de un simple compañerismo en cualquiera de los ámbitos de la vida. Y verán en cualquier gesto una relación que puede ser lo que no es o sí lo es.

Por su madre, la reina doña Letizia, la futura Jefa del Estado tendrá sangre asturiana y algún día será la jefa del Estado español. La saga regional continúa.

Suscríbete para seguir leyendo