San Mateo abraza el "cantelismo"

Francisco García

Francisco García

Cuentan que San Mateo, recaudador de impuestos en Cafarnaún, celebró un gran banquete de despedida tras recibir la llamada de Jesús para convertirse en uno de sus apóstoles. Después de la fiesta, abrazó a sus amigos, se liberó de las ataduras mundanas, lo dejó todo y siguió al Maestro para dar fe, como escribiente, de sus andanzas.

O sea que, sin ánimo de parecer irreverente, podría decirse que el cobrador pagano era de buen vivir y además festejador, que la jarana no está reñida con la santidad. Lo cual explicaría a su vez el ánimo con que los ovetenses se echan a la calle en la semana previa al 21 de septiembre, cuando la capital celebra fiestas patronales en honor del mentado, las que echan el candado al verano festivo en la región. En llegando estas calendas, escribas y fariseos, tirios y troyanos capitalinos celebran por igual, con idéntico ánimo y arraigo. El viernes, tras un pregón de muy buen ver del célebre oftalmólogo y el chupinazo por la escuadra del retornado futbolista azul, salieron del brazo de Ana Torroja a quitarse treinta años de la osamenta con las canciones de Mecano, por las que no pasan las décadas e incluso algunas se reivindican, adelantadas que fueron a su tiempo. Y después del concierto, en tropel a las casetas. A esas horas aún no guardaba luto por Botero la Gorda de la Escandalera.

Acerca de los chiringuitos, puede cierta izquierda seguir jurando en arameo -idioma en el que escribió San Mateo su evangelio-, pero por lo que se pudo ver anoche en el arranque festivo mateíno, se ha disipado toda duda acerca del nuevo modelo instaurado por el cantelismo, que es forma de hacer las cosas con sentido común y sin alharacas ni grandes aspavientos. Caían chuzos de punta y todas las casetas del centro de la ciudad y del Campo de San Francisco estaban repletas. No había un resquicio por el que colarse a pedir una mísera cerveza. Si tal ocurrió bajo el aguacero, cuando luzca el sol Oviedo va a parecer Sevilla en Feria de Abril.

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