Tertulias con aroma a café

Un sucinto recuerdo de los cenáculos y lugares de reunión

Manuel Gutiérrez Claverol

Manuel Gutiérrez Claverol

Las reuniones que concitaban a los ciudadanos en torno a un café para conversar sobre asuntos de actualidad constituyen uno de los fenómenos sociales más importantes de la vida nacional. Como señala Andreas Gelz: "La tertulia representa un microcosmos social que refleja nítidamente el cambio de procesos de interacción y comunicación dentro de la sociedad. Es un indicio apropiado para el análisis de los cambios políticos, culturales y mentales de la sociedad española en los umbrales de la modernidad".

La confluencia de tertulianos se realizaba en sitios muy dispares, desde casas aristocráticas hasta los cafés, pasando por las librerías, balnearios, clubes, casinos... Eran lugares de debate apetecidos por intelectuales, escritores o artistas, donde en ocasiones se forjó la historia de nuestro país. El olor a tinta del mundo de la cultura se confundía con el aroma del fruto del cafeto, de manera que entre sorbo y sorbo se intercambiaban ideas y se gestaban obras literarias y discursos poéticos y políticos.

Uno de los establecimientos más legendarios de España tiene origen asturiano. Se trata del "Gran Café de Gijón", situado desde 1888 en el paseo de Recoletos de Madrid, uno de los pocos templos con historia literaria superviviente en la capital; simboliza un referente donde acudían, entre otros, poetas de la generación del 27 e ilustres científicos de la talla de Santiago Ramón y Cajal, premio Nobel de Medicina en 1906.

Otras firmas muy singulares en el solar ibérico son o fueron: el "Café Comercial" (también en Madrid), creado un año antes que el anterior en la Glorieta de Bilbao, frecuentado por poetas como Blas de Otero, Gabriel Celaya o José Hierro; "Les Quatre Gats" (Barcelona), un clásico entre los artistas vinculados al "art nouveau"; el "Iruña" (Bilbao), con decoración de inspiración mudéjar; "Novelty" (Salamanca), parada obligatoria de Miguel de Unamuno, José Ortega y Gasset o Francisco Umbral; el "Royalty" (Cádiz), un gran café romántico histórico, todo un homenaje a la burguesía gaditana, etc.

Oviedo brilló asimismo por su afición tertuliana, dominada por el elevado nivel cultural de alguno de sus miembros, tomen nota: Leopoldo Alas (Clarín), Ramón Pérez de Ayala, Armando Palacio Valdés y Melquíades Álvarez. Declinando el siglo XIX vio la luz, en concreto en 1882, el "Café Español" en la calle Cimadevilla, inicialmente en el n.º 23 y trasladado con posterioridad al 3 (donde hoy se ubica la sala de prensa del Ayuntamiento). Este vetusto cafetón, que funcionó hasta mediados de la pasada centuria, fue sede donde el dirigente Melquíades Álvarez realizaba sus reuniones políticas y dio asilo a la célebre "Peña La Claraboya", nombre justificado por las claraboyas que lucían en el techo. Entre sus constituyentes figuran el escritor y político Ramón Pérez de Ayala, el escultor Víctor Hevia Granda, el musicólogo y compositor Eduardo Martínez Torner, el prolífico escritor Ramón Gómez de la Serna, el historiador Juan Uría Ríu, el poeta Fernando Señas Encina y un largo etcétera.

Otro reputado establecimiento carbayón ha sido el "Café de París", fundado el año 1883 en la calle Campomanes, donde funcionó con éxito hasta la instalación enfrente del mismo del "Gran Café Madrid", con un amplio programa nocturno de varietés, obligando a su traslado a Fruela esquina con Pozos en 1890. Fue famoso por sus conciertos de piano y violines y porque allí se congregaba la tertulia de "La Sorbona", nombre derivado de la prestigiosa universidad parisina, dada la altura intelectual de sus componentes.

Ya en pleno siglo XX, sobresalió "Casa Noriega", emplazada inexplicablemente en los bajos del palacio de Valdecarzana-Heredia. Se inauguró en 1923 y cerró en 1971, albergando la tertulia de "Los Clarisos", compuesta por 17 ovetenses de pro que, entre otras actividades, se opusieron con vehemencia a la impresentable demolición parcial del convento de Santa Clara.

El "Café Cervantes" abrió sus puertas en 1926 en los bajos de un edificio ocupando la esquina de la plaza de La Escandalera con la calle Argüelles. Allí se creó, a partir de 1952, la tertulia nombrada "Naranco", un revulsivo cultural que realizó una labor notable de difusión literaria; en ella participaron Juan Ramón Pérez de las Clotas, Manolo Pilares, Carlos Bousoño, Fernando Vela, Juan Antonio Cabezas, los hermanos Santullano, Víctor García de la Concha, Jesús Cañedo, Paco Ignacio Taibo, Luciano Castañón y otros más.

El elitista "Café Peñalba", mítico local en el número 14 de la calle Uría (funcionó desde 1929 a 1962) acogía a la tertulia musical de "Los Puritanos", una agrupación de amantes de la ópera liderada por personas de la familia Álvarez-Buylla, Valentín Masip, Manuel Santullano, Antonio Fernández-Cid, Pedro Rodríguez Arango, etc., que tras su cierre se trasladó al Rialto.

En la calle Pelayo, enfrente del Campoamor, se encontraba el "Bar Paredes", una de las cafeterías de cita de amantes del fútbol, como los integrantes de tertulia "La Influyente", integrada por hinchas del Real Oviedo. Y no debemos orillar otras tertulias renombradas en Alvabusto, La Mallorquina, La Paloma, El Cervantes, El Manantial, etc., etc.

Aunque estos eventos culturales suponen una lejana añoranza, han dejado una imborrable huella romántica en base a lo adecuado que resulta reunirse y dialogar entorno al aroma y degustación de un café.

Las limitaciones de espacio que conlleva un artículo periodístico obliga a resumir. Por lo tanto, si les supo a poco y desean ampliar información sobre la temática expuesta les invito a consultar el libro de Emilio Cepeda "De los cafés antiguos de Oviedo. Siglos XVIII, XIX y XX" (2007), el artículo de Juan de Lillo "Algunas tertulias de Oviedo: desde “La Claraboya” a los “Puritanos”" (2016) o las contribuciones de mis queridos amigos Carmen Ruiz-Tilve, Pedro Rodríguez Cortés o Carmen López Villaverde.

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