Pedro (Sánchez) y el lobo

Francisco García

Francisco García

Nadie podrá objetar que el sentido común es una de las virtudes que adornan la forma de ser de los asturianos, por mucho que se trate del menos común de los sentidos consentidos. Lo pone de manifiesto un reciente estudio de las universidades de Santiago de Compostela y Oviedo, donde la mayoría de los encuestados rechaza la inclusión del lobo en el listado de especies silvestres en régimen de protección especial, al entender que el aumento de las poblaciones del cánido salvaje ha provocado un incremento notable de los daños al ganado. Al mismo tiempo, los participantes en el estudio se muestran de forma mayoritaria a favor del mantenimiento de la especie. No hay voces que reclamen su erradicación. La forma de conciliar ambas opiniones no es otra que la realización de planes de control de las poblaciones lobunas, en aquellas zonas donde la relación entre los ganaderos y el lobo resulta más conflictiva.

No basta con pagar mejor las pérdidas que provocan los ataques a la cabaña ganadera, compensar con una mano de la PAC lo que a los habitantes de las zonas rurales se les hurta con la otra de la nueva política agraria común. El gobierno asturiano, timorato en este asunto como en tantos otros que afectan a su relación con Madrid, generalmente sumisa, debe dar un paso al frente y revalidar el plan del lobo. Y si existe conflicto de intereses, a los tribunales. Mejor un pleito que ver como se despueblan las aldeas y se entorpecen los montes por falta de quien los cuide.

 Que viene el lobo es aviso que acontece también en la política nacional en estos días de extraños derroteros en los que se juega, incluso, la integridad territorial al modo decidido por la mayoría de los españoles cuando se votó la Constitución. Viene el lobo del noreste a engullir por el morro la deuda catalana, a amnistiar los ataques virulentos e indiscriminados a la soberanía nacional por parte de especímenes a los que se protege fuera de la ley. No nos vendan que ese cánido hambriento y calculador es el lobito bueno del poema de José Agustín Goytisolo, no nos hagan tragar con los deseos de una fiera aunque se tape con piel de cordero.

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