Figueras: ¿un muro para siempre?

El debate sobre la construcción de una escollera

Gonzalo Moure

Gonzalo Moure

Está Figueras ante un dilema de futuro, una decisión que no tiene ya tanto que ver con nosotros, como con las generaciones futuras. Y no solo con las nuevas generaciones de As Figueiras, sino también de todos los habitantes (y visitantes) de la Ría del Eo. Se trata de una escollera, un dique solicitado por el club náutico para defender a sus embarcaciones de futuros temporales; si se quiere, en su inicio, una petición razonable. Más que la de conseguir una veintena más de amarres deportivos, que en un cálculo aproximado saldrían por 100.000 euros cada uno. Pero, siendo fundado el primer argumento, todo tiene sus consecuencias, y es a estas a las que invito a mirar a los que quieren esa escollera. Mirar, un verbo que estará limitado desde el muelle de Figueras, porque su altura, de cuatro metros, convertirá al puerto en un espacio cerrado, agobiado. Más, si se tiene en cuenta que su construcción supone la demolición del pequeño espigón en el que quedaba aún un resto del encanto del viejo muelle tradicional. Pero siendo eso importante, es seguramente lo de menos. Lo de más, lo que le pase a la Ría del Eo, ya herida por la Escollera de Ribadeo, las pilastras del Puente de los Santos y otros muchos obstáculos. Porque aunque el proyecto técnico pase por encima del tema del desplazamiento del tesón, el banco de arena que antes del Puente estaba en el centro de la Ría, se mueve sin pausa hacia el Este, es decir, hacia Figueras. El objetivo de la escollera es también, según el proyecto, aumentar el flujo de las mareas para profundizar el canal. Pues bien, según el profesor de la Universidad de Oviedo, Germán Flor, el tesón avanza hacia Figueras a tal velocidad que poner una escollera ante el puerto deportivo podría suponer que el banco de arena y la escollera entraran en contacto, ahogando el puerto, salvo que se drague constantemente.

No, no es solo un asunto estético, es mucho más. Es un riesgo que no sé si ha sido valorado suficientemente por el equipo de gobierno municipal y quienes apoyan el proyecto. Se trata de comprender que una obra se hace en un año, pero las consecuencias se pagan ya para siempre. Cuando se debatía sobre el Puente de los Santos, entre un puente colgante semejante al de Rande, en Vigo, o uno con pilastras, se optó por la solución más barata; un error que ya no tiene, por desgracia, vuelta atrás. Cuando Ribadeo y la Xunta de Galicia acabaron de ampliar el puerto con su escollera, tampoco hubo vuelta atrás. El tesón se mueve y crece, y como dijo en su día el doctor en Geología Isidoro Asensio Amor, "un día brotará un junco en el tesón, y será el principio del fin: la Ría se convertirá en una marisma y dejará de ser navegable". Nosotros ya no estaremos, pero nuestros nietos sí.

Yo les pido a los que en principio apoyan la construcción de la escollera que expongan sus motivos, que los defiendan, pero también que reflexionen. Que lo que decidamos ahora entre todos es el futuro. Que depositar esos miles de toneladas en la Ría, ya tan estrecha y envilecida, es fácil, pero arrancarlos será ya imposible. Creo que somos mayoría, y muy amplia, los vecinos que no queremos ese muro delante de nuestros ojos, los que no queremos infligirle una herida más a nuestra querida Ría del Eo, pero entre todos tenemos que tomar la decisión, sin dejar a nadie atrás con su conciencia. No, no son tres millones y medio para el pueblo; son tres millones y medio para una empresa que, seguro, no tiene su sede en Figueras ni en la ría. Y que tampoco tendrá, nunca, remordimientos.

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