España, "beautiful and different"

Dos policías pasan junto a una barricada en la calle Ferraz, en Madrid.

Dos policías pasan junto a una barricada en la calle Ferraz, en Madrid. / EP

Francisco García

Francisco García

El mundo al revés. “Spain is beautiful and different”, como rezaba el viejo eslogan franquista para atraer turistas a un país exótico que necesitaba una buena suma de divisas. En 2011, la izquierda fuera del sistema promovió el 15-M y tomó la calle. Se sucedieron los enfrentamientos entre manifestantes y policías. Un año después surgió entre los “indignados” la iniciativa Rodea el Congreso. Podemos abanderó ese movimiento e irrumpió en las instituciones. Poco más de una década después vivimos una situación similar, pero de derechas: una protesta popular a las puertas de las sedes socialistas contra la amnistía a la carta de Sánchez en beneficio de los separatistas catalanes para granjearse su voto y seguir gobernando.

Así se da el caso de que ahora es la izquierda la que reclama hacer política en el Parlamento y no en la calle. Y la derecha, o más bien quien desde el ala más radical de ella pretende capitalizar la agitación, reivindica la calle como fuente de poder legítimo. Los que hace una década se enfrentaban a las fuerzas del orden público reclaman ahora que se las respete. Y viceversa. Curiosa paradoja que quien va a indultar a los responsables de peligrosos disturbios callejeros reclame ahora que el peso de la ley caiga sobre los provocadores de altercados en Ferraz. Que me pellizquen: quién iba a decir que, a estas alturas, la izquierda pidiera orden donde la derecha reclama insurrección.

Dicho lo cual, la violencia empleada entonces y la que se resalta ahora no debería tener cabida. La indignación aquella y la actual reunía también a muchos ciudadanos que querían cambiar las cosas porque entendían que a quienes habían elegido no les representaban. He ahí el problema, el grave problema, que aún persiste.