La palabra de un paisano

Cumplir con la condena

Manuel García Linares

Manuel García Linares

Ya han pasado unos años y, de pronto, me viene a la memoria aquella frase tuya, Tomasín: "…tenía miedo, no estoy acostumbrado a tratar con los humanos". Sin embargo, habías estado en alguna feria o mercado y sabías del valor de la "palabra". Porque un ser humano sin "palabra" es un ser humano sin "honor". Por ello lo mismo da que "jure o prometa", porque eso es "papel mojado". Sin embargo, en el trato, cuando un "paisano" te daba la mano, eso tenía mas valor que un documento notarial..

Tras haber cumplido con la justicia, de nuevo gozas de la libertad. De esa libertad que te han concedido una parte de esos humanos con los que no estás acostumbrado a tratar. Tú has tenido que cumplir una condena pero hay condenas que no se cumplen y se pueden amnistiar, por encima de cualquier sentencia, siempre y cuando que él, "ser supremo", lo decida, porque él es la ley. Lo bueno de los privilegios es que el condenado pueda anular su condena.

Siempre te he comprendido, pero en estos momentos mas que nunca. Dada la situación por la que está pasando este país, estoy seguro que tú no estás al corriente de las noticias. Porque con estos personajes, que se llaman "humanos", tampoco yo estaba acostumbrado a tratar. Seguro que en Villabona había gente mas respetable, y sé que con ellos te encontrabas bien. Porque te trataban con respeto, y gozabas de una vida mas digna que la de este carnaval social en el que estamos sumidos. Ahora has vuelto a tu entorno natural, a los frutos del otoño en tu lugar. Ausente en lo que puedes de esa "fauna humana" con la que no sabes tratar, porque ellos viven en otras esferas.

Goya, uno de los mas ilustres artistas de nuestra historia, había penetrado de tal forma en el alma humana que captaba las vibraciones de nuestro cerebro, y nos retrató en sus "Caprichos" de forma magistral. Y sus obras, hoy como ayer, cobran actualidad en ese "...sueño de la razón que crea monstruos". Quizás aquellos monstruos no fuesen tan irreales, y por ello dio con sus huesos en el exilio de Burdeos.

Sin lugar a dudas, es muy posible que la mentira sea una de las mayores perversiones de la humanidad. Es la base de la corrupción. La mentira impera en boca de algunos seres que han jurado servir al pueblo pero, una vez en el cargo, le toman gusto a la "erótica del poder", y de pronto ya no mienten, solamente cambian de opinión. Y no solamente cambian de opinión sino que se conocen casos de gentes que al llegar al "poder", cambian de coche, de piso y de mujer.

George Orwell nos lo advirtió a través de su inolvidable obra: "Rebelión en la Granja" ( 1945 ). Un perfecto retrato de la condición humana. De como se puede engañar al pueblo con falsas promesas que van en beneficio del tirano. Se atribuye a Anaxágoras la frase de: "...si me engañas una vez, tuya es la culpa; si me engañas dos, es mía". Si ojeamos las hemerotecas podemos sacar conclusiones de quien es la culpa cuando vemos que de día en día nos han engañado. No a todos: quedan los del pesebre. Pasemos a ojear "El Contrato Social", de Jean Jacques Rousseau (1762). Nos encontraremos con algunas frases en diferentes capítulos que nos ilustran para la comprensión de ciertas actitudes en nuestra corta democracia. Capítulo 4: "sobre la democracia": "Quien hace la ley sabe mejor que nadie como debe de ser ejecutada e interpretada. No hay nada mas peligroso que la influencia de los intereses privados en los asuntos públicos". Y sigue: "No hay gobierno tan proclive a las guerras civiles y a las agitaciones intestinas como el democrático", "si hubiera un gobierno de Dioses, se gobernaría democráticamente. Pero un gobierno tan perfecto no es propio de humanos".

Estimado Tomasín: cuánta razón tenías al decir que no estabas acostumbrado a tratar con los humanos. Enseguida nos olvidamos de que nacemos desnudos e iguales, y pronto nos cubrimos de mentiras, envidias, ambiciones y demás miserias humanas que nos llevan a la creación de clases sociales, y nos vendemos, con gran facilidad por un plato de lentejas, desde aquella época bíblica hasta el día de hoy. Por estas causas estamos rodeados de guerras: surge lo de Palestina e Israel y nos olvidamos de Ucrania y Rusia, Siria, Afganistán, Yemen, Sudán, Congo y un sinfín más de lugares en donde se masacran niños, mujeres y hombre que nunca habían pensado en guerras. Porque las guerras no las quieren los pueblos, se las dan hechas los políticos. Esos mismos que les habían prometido bienestar y estabilidad. La historia se repite por nuestra torpeza, triste, pero real.

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