"The bomber"

El horror y la destrucción provocados por los bombardeos sobre ciudades

"The bomber"

"The bomber"

Pere Casan Clarà

Pere Casan Clarà

"The bomber". Este es el calificativo que recibió Arthur Travers Harris (1892-1984), mariscal de la Real Fuerza Aérea británica durante la última mitad de la Segunda Guerra Mundial y máximo responsable de los bombardeos de las ciudades alemanas de Dresde, Colonia y Hamburgo. Según su criterio, los objetivos civiles debían ser atacados deliberadamente para quebrar la moral y la resistencia de la población alemana. Pueden actualmente recordarlo, en una estatua de cuerpo entero, en el centro de Londres.

Los bombardeos de ciudades se transmiten actualmente en directo y forman parte de los horrores de todas las guerras. Sin finalizar una contienda ya tenemos otra en marcha y, desgraciadamente, a una barbaridad le sucede otra superior. Sin menoscabo de la flagrante pérdida de vidas que suponen estos enfrentamientos, hay un hecho particular que merece un breve recordatorio. Se trata de la enorme devastación a la que se ven sometidos estos territorios en guerra. Si no fuese por las imágenes que retenemos en la memoria, de la destrucción de las ciudades europeas mencionadas, dudaríamos de la capacidad de reconstrucción de la que también somos capaces los seres humanos.

Según informaciones procedentes de medios fiables, desde el inicio de la guerra, Rusia lanza un promedio de 40.000 bombas de artillería diariamente sobre Ucrania, quien a su vez lanza otras 40.000, no sobre Rusia, sino sobre su propio territorio, actualmente frente de batalla. Es decir, 80.000 bombas al día caen sobre una franja pequeña de terreno (Ucrania tiene unos 600.00 Km2 pero la zona de enfrentamiento es mucho menor). Una sencilla operación nos sirve para apreciar que se trata de una bomba por cada segundo transcurrido. Intenten imaginar la vida diaria con la imagen de que, en cada instante, estarán expuestos a la caída de un artefacto, que puede acabar con su vida o con la de toda su familia. No me caben dudas de que estas proporciones deben ser muy similares a las de Gaza, pero lo de Ucrania, por algo más olvidado, merece un recordatorio.

La siguiente pregunta que nos formulamos es, ¿de dónde salen los millones de bombas y el resto de material bélico utilizado en esta guerra? Los datos procedentes de diferentes fuentes indican que el material lanzado por Rusia procede fundamentalmente de Corea del Norte (además de los "drones" que, al parecer, son de origen iraní). El suministro se hace directamente en el puerto de Dunai, una población cercana a Vladivostok y, a su vez, a un tiro de piedra de Rajin (Corea del Norte). La información está ampliamente comprobada por imágenes de satélites de EEUU y del "Royal United Services Institute" británico, que calculan en más de un millón de proyectiles de artillería, entregados en los últimos cuatro meses, los posteriormente utilizados en Ucrania. Todo ello sumado al propio arsenal armamentístico de Rusia, uno de los más elevados del mundo.

Todos somos conocedores de la permanente presencia del líder ucraniano Volodímir Zelenski en los diferentes foros occidentales, solicitando armas para la defensa de su país. Sin duda, uno de los principales suministradores son los EEUU, quien a su vez, disponen de una gran reserva de armas y una potente industria en este sector, aunque insuficiente para poder atender esta demanda desorbitada ¿De dónde procede pues la fuente inagotable de armas para la defensa de Ucrania? No lo duden y miren a Corea, pero en este caso se trata de Corea del Sur. Washington actúa de intermediario de más de 500.000 proyectiles de artillería, que sumados a los 500.00 procedentes de Europa, equiparan el suministro de la otra parte. Igualdad en la fabricación, igualdad en las compra-ventas, igualdad en los disparos, igualdad en la barbarie. Pero, en este caso, la destrucción cae íntegramente sobre Ucrania y sus habitantes.

Corea, este país pequeño y dividido, con una frontera fija en el paralelo 38, con un sur rico y potente, capaz de fabricar todo tipo de consumibles, tanto de paz como de guerra, y con un norte depauperado, sumido en hambrunas repetidas, pero también capaz de producir material de destrucción, es el suministrador de estas piezas de artillería que caen sobre los ucranianos a un ritmo de una bomba por cada segundo, desde hace demasiado tiempo.

Los organismos internacionales emiten voces de paz que caen en el vacío. El Papa Francisco reza y pide diariamente también por el fin de las guerras. Además de estar con los que sufren estos horrores en pleno siglo XXI, pidamos a las dos Coreas que dejen de fabricar bombas y se dediquen a producir otros instrumentos, que sirvan para la vida y no para la destrucción. Que el calificativo de "the bomber" no pueda aplicarse a este hermoso país asiático.

En este ínterin, podemos adherirnos a la iniciativa de Sor Lucía Caram, la monja argentina del Convento de Santa Clara de Manresa, quien acaba de organizar una "Misa Criolla", con música del también argentino Ariel Ramírez (1921-2010), en la Sagrada Familia de Barcelona y retransmitida en directo por RTVE-2. https://youtu.be/DxFXNkYsKcc?si=tFb7onJ-8GBF0qX2. Los fondos recaudados se destinarán a construir un hospital de campaña en Ucrania. Si no podemos detener las bombas, al menos construyamos esperanza y cuidados para los afectados. En estas fechas cercanas, dediquen también unos minutos al villancico "Stille Nacht, heilige Nacht" (Noche de paz), compuesto por el sacerdote austriaco Joseph Mohr (1792-1848) y por el organista, también austriaco Franz Xaver Gruber (1787-1863) y estrenado en el año 1816. Recomiendo la versión que nos ofrecen los "Niños Cantores de Viena", acompañados a la guitarra, como en la versión original. https://youtu.be/vKvKMgR8H7k?si=oZtzyoK4JZpJplo4.

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