Arenas movedizas

El asunto Magallón

El hallazgo de un ordenador de Alcaldía con fotos y vídeos sexuales y un armario secreto en el Ayuntamiento con preservativos, restos de Viagra y un cedé sospechoso, convulsionan la tranquila vida de un pequeño pueblo aragonés

El exalcalde de Magallón, Víctor Chueca.

El exalcalde de Magallón, Víctor Chueca. / EP

Jorge Fauró

Jorge Fauró

Al exalcalde de Magallón, una población aragonesa de alrededor de 1.200 habitantes, le han cazado con algunos pecadillos dentro del disco duro de un ordenador municipal. A saber: imágenes y vídeos con contenido sexual, según recoge la denuncia que el equipo de Gobierno ha presentado ante la Fiscalía. El traspaso de poderes al sustituto llevaba sorpresa.

Luego dirán que este tipo de ‘affaires’ solo ocurren en las grandes ciudades, pero hay que ver cómo está la España rural. A medida que se van conociendo novedades y reacciones sobre el particular, el asunto se va tornando apasionante. De acuerdo con la denuncia que ya está en poder del fiscal, además de los archivos de marras —se deduce de las informaciones que se trata de imágenes de sexo entre adultos, sin rastro de menores—, también se han hallado fotografías —presuntamente realizadas al descuido— de empleados municipales y vecinas de la localidad, informa ‘El Periódico de Aragón’. No se especifica el contexto, pero uno se puede llegar a imaginar que ese tipo de actuaciones pudieron realizarse, verbigracia, entre una concesión de licencia de obra y la elaboración del Plan General, que aunque suele dar mucho juego para la controversia, no resiste la comparativa con el noble arte del voyeurismo y otras actividades análogas de nuestros representantes.

La cuestión ha ido subiendo en intensidad conforme se conocían nuevas aristas del caso. En las dependencias del Ayuntamiento se halló un armario falso en cuyo interior se encontraron un preservativo usado, un blíster de Cialis (lo que viene siendo Viagra en lenguaje ‘vulgaris villae’)  y un cedé con «rayas blancas» (ay), señal evidente que nos permite hacernos una idea de por dónde van los tiros. Faltaba lo que, en mi opinión, es lo más sorprendente del caso (lo anterior ya no puede causarnos sorpresa): facturas telefónicas mensuales de suscripciones a servicios como ‘Pocoyó House’ y ‘Caillou y amigos’, aplicaciones ambas dedicadas al público infantil.

Todo el conjunto da para imaginar un perfil de Víctor Chueca, que así se llama este exalcalde del PSOE aficionado a la fotografía naturalista (parece) que ocupó el cargo durante 20 años. Su sustituto en la Alcaldía y receptor beneficiario de semejante herencia, Esteban Lagota, ha sido más que comedido en sus declaraciones: "No pensaba ni de lejos que algo así pudiera suceder. Nunca he sido una persona pública. Es esta forma cándida que tenemos los novatos". Hay que admirar a este hombre de singular candidez. Qué manera más elegante de cuestionar a su rival salvando el buen nombre de Magallón, que, a fin de cuentas, es la obligación primera de las corporaciones.

Trasladado a la alta política lo llamaríamos ‘sentido de Estado’, que es, precisamente, de lo que ha dado muestras Lagota. Imaginen si todo el aparataje hallado en Magallón se hubiera producido en el contexto de la escena política nacional, donde la candidez habría dado paso al ‘lawfare’ y las reacciones coparían el ‘trending topic’ en los condominios de Elon Musk.

Lo que demuestra lo ocurrido en este pequeño municipio zaragozano es que la política mal practicada es una cuestión de escalas. En distintos planos, inflar facturas en un ayuntamiento de 1.200 vecinos no dista mucho de la ‘Kitchen’ o la ‘Gürtel’. Un armario falso con vaya usted a saber qué y una carpeta con fotos de vecinos y empleados municipales conforman el mundo en miniatura de cualquier aprendiz de Villarejo. El principio es el mismo. Quizá tenga razón Lagota y lo que falta es candidez.