De espaldas como en Friedrich

Alemania celebra el 250.º aniversario de Caspar David Friedrich, el pintor que con mayor soltura refleja el romanticismo. "El caminante sobre el mar de nubes", su cuadro más conocido, representa la soledad humana, el individualismo desafiante: el hombre de pie que se asoma al precipicio. Uno de los aspectos más fascinantes de la obra de Friedrich es precisamente la contradicción que encierra que el individualista sitúe al individuo de espaldas al creador, de lo que se deduce que este se desentiende de él para poner el foco en la naturaleza, un bosque de nubes o unos acantilados. Todos bordeamos el abismo con Friedrich, algo que visto desde la perspectiva actual se podría convertir en catalizador de un tiempo en suspensión. O de un momento. Los personajes de espaldas –alguien ha querido ver en ellos al propio pintor o a su hermano– puede que persigan alcanzar con sus miradas todo lo que abarca el paisaje.

En realidad vivimos así, de frente, de perfil y de espaldas como los personajes del gran pintor romántico alemán. De frente hay que estar y, sin embargo, puede resultar cansado. De perfil resulta más fácil ponerse: es la actitud que con mayor frecuencia se adopta ante un mundo que reclama la atención en cada jugada cuando cuesta decantarse. De espaldas observamos mientras nos observan, es el arte de la contemplación que describió el poeta Novalis, una visión creativa del mundo en la que no es necesario significarse. Mientras que de frente y de perfil no existen complicaciones mayores en este mundo narcisista donde quien más o menos se expone, permanecer de espaldas supone un triple salto mortal, un abandono de la inercia y de las costumbres, una actitud intelectualmente superior, la forma de alejarse de la realidad más oprimente tomando contacto con el infinito. Es la contemplación serena que se aprecia en esas magníficas ensoñaciones naturales de Friedrich. Disfruten de esa amplitud ahora que los días se estrechan en busca del final de otro año.

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