Una proposición

Un autobús urbano de Madrid.

Un autobús urbano de Madrid. / EP

Juan José Millás

Juan José Millás

Hace años, alguien tuvo la idea, que no se llevó a cabo, de ajardinar el techo de los autobuses de Madrid. Venía a ser, pensé yo, como implantarles pelo. Me los imaginaba circulando por la ciudad con su cabellera al viento. ¿Una cabellera de qué? No sé, de césped quizá. Un césped un poco alto, como cortado a cepillo, mezclado con hierbas resistentes a los acelerones y a los frenazos propios de este transporte urbano. Dándole vueltas a la idea, se me ocurrió también que estos jardines móviles podrían transportar también algunas tumbas, pocas, de los ciudadanos que estuvieran dispuestos a pagar por continuar haciendo, de muertos, el mismo trayecto que hacían de vivos cuando iban de casa a la oficina y viceversa. Estuve por proponérselo al ayuntamiento, pero primero me dio pereza y luego lo olvidé.

Me ha venido a la memoria porque hace unos días se sentó a mi lado, en un autobús que va de mi barrio al centro, un señor, fuera de sus cabales evidentemente, que, sin que yo le diera pie, me informó de que estaba muerto.

 -¿Y qué hace aquí? -le pregunté.

-Evocar el recorrido que realizaba todos los días cuando estaba vivo. No soy capaz de salir de este círculo vicioso.

-Claro -asentí.

-La mitad de los viajeros que usted ve -continuó- están muertos.

Miré en derredor y no me pareció del todo inverosímil que los muertos y los vivos nos mezcláramos de aquel modo. De hecho, en algunas ocasiones, siempre en los transportes públicos, suelo hablar con un hermano fallecido en la pandemia y al que no pude despedir porque murió fuera de mi ciudad y viajar de una provincia a otra estaba prohibido entonces por las autoridades. La cosa empieza con una conversación banal, sobre el tiempo, pero enseguida comenzamos a recordar historias de la infancia. Al bajarme del autobús, cesa la alucinación, por lo que mi terapeuta no ha considerado preciso medicarme.

Le conté al supuesto muerto la idea de las tumbas móviles y le gustó mucho.

-Se la voy a proponer al ayuntamiento -concluyó.