La realidad está en el pinganillo

La subjetividad de las decisiones del VAR pese a sus medios tecnológicos, que a pocos contentan

Un árbitro revisa el VAR.

Un árbitro revisa el VAR. / EFE

Mario Antuña

Mario Antuña

Desistan de ir a un campo de fútbol a intentar discernir entre los lances del juego lo que es y lo que no. Ni mucho menos a juzgarlos. Su visión analógica, su sencillo raciocinio neuronal no están a la altura de los nuevos medios. No se dejen engañar por sus sentimientos de aficionados. Ya lo dejó dicho McLuhan, uno de los grandes teóricos de la comunicación: "El medio es el mensaje". No es una simple teoría al uso, su práctica la pueden comprobar en cada partido. La verdad solo está en posesión del VAR y su realidad la transmite el pinganillo.

Un ejemplo. Domingo noche. Estadio de El Molinón. Sporting-Racing de Ferrol. Minuto 71. Alvaro Giménez sujeta a Rober Pier al borde del área hasta arrojarlo al césped. El jugador gallego queda así libre de marcaje para rematar a gol un centro de Nacho. Los aficionados reclaman la falta previa. El árbitro, Quintero González, que no vio el lance porque estaba de espaldas, siguiendo la jugada en la banda, concede el tanto entre protestas. Duda y se produce el momento estelar: se toca el pinganillo de la oreja, a la vez que pide prudencia y paciencia. Ni siquiera se acerca al gran ojo que todo lo muestra a comprobar la jugada. Dos minutos de mano-pinganillo son suficientes para que llegue la sentencia del VAR. Gol es gol, que dijo Boskov. Y más si así lo falló el VAR y lo transmitió el pinganillo.

Minutos después, en el 77 de partido, mientras atendían al jugador Sabin Merino, del Racing de Ferrol, Rober Pier se acerca al colegiado. El diálogo entre ambos bien pudo discurrir así:

–Árbitro, no vio que me sujetaron y me tiraron al suelo. ¡Era falta!

–No, qué va, eso es lo que usted se cree que sucedió.

–Hombre, es que yo estaba allí, lo viví y lo sufrí.

–No, no, qué va, esas son sus percepciones terrenales.

–¡Coño! ¿Me va a decir a mí lo que pasó?

–¿A mí me lo va a discutir? La realidad está en el pinganillo, no en lo que usted haya percibido. Y hala, venga, a jugar…

¿Podía haber pitado?, sí. ¿Lo hizo? No. ¿Por qué? Primero, no vio la jugada y arbitra de oído. Segundo, los señores del VAR consideraron que aunque hubo un contacto para tirar a un jugador, éste no tuvo el suficiente ímpetu para ser falta. Porque el VAR es interpretación, es decir, el fútbol es interpretativo, lo que significa que es subjetivo por más medios tecnológicos destinados a escudriñar los lances del juego.

Tiren líneas de un lado o del otro, busquen imágenes inversas, oblicuas o icónicas, expliquen normas del derecho o del revés y viceversa, según proceda o interese en cada caso, pongan mano abajo o manos arriba... cada jornada habrá quien se sienta atracado porque al final de cada decisión tomada con el apoyo de la última tecnología habrá un sujeto subjetivo que transformará su verdad en la realidad del pinganillo.

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