Por un frente unido en defensa de las inversiones de ArcelorMittal en Asturias

Una descripción de la encrucijada en la que se encuentra la región ante el riesgo de una deslocalización siderúrgica

Xabel Vegas y Rafael Cofiño

Xabel Vegas es portavoz de Convocatoria por Asturias-IU en la junta general y Rafael Cofiño es diputado de Sumar por Asturias en el Congreso de los Diputados

La confluencia de los efectos de la pandemia, la guerra en Ucrania y la consecuente inflación mundial parecía habernos dejado, junto a otras desgracias, al menos una valiosa lección: cualquier país que quiera autonomía para desarrollar sus políticas y estrategias económicas necesita proteger o ampliar su soberanía energética. La reciente crisis de ArcelorMittal en Asturias de nuevo nos sitúa en una tesitura muy complicada y nos obliga a reflexionar sobre nuestra capacidad para leer la época, proteger nuestra industria y a la mayoría social asturiana.

En los últimos años, el contexto internacional indica un cambio de paradigma: la globalización neoliberal ha llegado a su fin, dando paso a un período marcado por el repliegue y el proteccionismo. Deslocalizar la cadena de valor en busca de mano de obra barata en países alejados geográficamente e ideológicamente ha demostrado ser devastador para las economías nacionales. La política europea intenta corregir este error, enfocándose en mejorar la competitividad en un entorno descarbonizado mediante el impulso de fuentes de energía limpia, promoción de sectores tecnológicamente avanzados y formación de una mano de obra cualificada. Por tanto, la crisis con Arcelor no solo amenaza a la industria asturiana –representa el 12% del PIB y sustenta 8.000 empleos–, sino también la estrategia industrial europea. Asturias alberga la única siderurgia integral de España y desempeña un papel crucial en la estrategia energética y productiva del país.

En Europa hay quien está en mejores condiciones para proteger su industria. Si examinamos la secuencia de los hechos, vemos que ArcelorMittal solicitó 450 millones de euros en ayudas públicas para construir una planta de reducción directa de mineral de hierro mediante hidrógeno verde, lo cual no impidió que planteara dudas sobre sus inversiones aduciendo una posible falta de competitividad debido al alto coste de la energía. Mientras tanto, el gobierno francés anunció un acuerdo con ArcelorMittal para invertir 1.800 millones de euros en la descarbonización de la factoría de acero en Dunkerque. ¿Por qué Francia recibe las inversiones que a España se le deniegan? La intervención en el mercado energético a través de EDF, una empresa francesa 100% pública es, probablemente, el factor clave, y ahí jugamos con desventaja, puesto que España es uno de los pocos países de la OCDE sin participación pública en sus empresas energéticas.

Es evidente que para Asturias, España y Europa es crucial que ArcelorMittal mantenga sus inversiones, y parecería más que prudente dotarse de herramientas de intervención pública para proteger nuestra industria asegurando la rentabilidad de las inversiones públicas y la soberanía energética. Más allá de cualquier discrepancia o de cualquier diferencia programática, para Asturias es esencial formar un frente unido que trascienda las divisiones políticas y una a la sociedad civil, partidos políticos, instituciones, empresariado y sindicatos para exigir que ArcelorMittal cumpla con sus compromisos en el Principado. Arcelor debe ser un símbolo del futuro sostenible de la comunidad, un futuro en el que seamos dueños de nuestro destino. La movilización de toda la sociedad y sus representantes es esencial para garantizar que la empresa permanezca en Asturias o, en última instancia, para que el Estado asuma su actividad. Convocatoria por Asturias y Sumar hacen un llamado a unirse en defensa de la industria asturiana y a construir una comunidad sostenible con empleo de calidad.

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