Opinión | Sol y sombra

Reconciliación igual a patraña

Encasquillado el mecanismo del perdón, el Gobierno ha obtenido una prórroga para tratar de convencer a Puigdemont de que se deje perdonar. Suena a broma pero así es de chusca la realidad política en estos días. Puigdemont, a su vez, ha respondido con una iniciativa de ley que permitiría a la Generalitat declarar unilateralmente la independencia de Cataluña. Todo mientras se negocia modificar la ley de Amnistía, dando cabida dentro de ella a los supuestos delitos de terrorismo que se le imputan al expresident prófugo y a otros dirigentes del procés. La declaración secesionista abunda en los errores pasados, significa volver a la casilla de salida de 2017 y pone en evidencia la falsedad argumental que esgrimen Sánchez y algunos ministros del Gobierno para hacer valer como excusa la tesis de que la reconciliación está en marcha. No hay tal, se trata de vender una mercancía averiada; ni Puigdemont ni ninguno de los indultados mostraron hasta ahora el menor signo de arrepentimiento y sí recalcaron, en cambio, que lo volverían a intentar.

Resulta patético que Sánchez insista en amnistiar a los que no se dejan si no es con la condición de que se borre cualquier delito y se incluya en la ley a todos los delincuentes. Al perdón golpista y malversador, Junts pretende sumar el terrorismo de "tsunami" y la alta traición incluida en el llamado "caso Voloh", donde se investiga el apoyo militar y económico de Rusia al proceso independentista catalán. El Gobierno ha manejado distintas opciones para intentar convencer a Puigdemont de que si no es de una manera será perdonado de otra, pero este no se fía y exige lo que la ley en sí misma no puede garantizarle. En el caso de la financiación de Putin, el problema es todavía más peliagudo con una Europa vigilante de la connivencia con Rusia tras las acusaciones de asesinato por la muerte de Navalni. Ser aliado de un amigo de Putin y presidir una democracia digamos que no encaja.

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