Opinión

Inspección técnica de descosidos

La pésima resolución del conflicto de la ITV

Instalaciones de ITV en Gijón

Instalaciones de ITV en Gijón / Juan Plaza

El Gobierno asturiano ha resuelto el conflicto con los trabajadores de la ITV haciendo un pan como unas tortas, tragando lo que le echen y desautorizando al negociador inicial, al que mandaron al martirio, Pola señal de la santa cruz. Que el acuerdo con los que llevaban más de tres meses en huelga sea conceder a última hora prácticamente lo que pedían desde el principio, acudiendo a firmar el armisticio a la vicepresidenta y a un consejero sin competencias en el asunto es decisión de opereta. O de echarse a temblar: a ver qué hacen si se le rebrincan los maestros y maestras de las escuelinas.

La señora Llamedo, mano derecha de Barbón, vale para un roto y un descosido en este gobierno al que se le ven permanente las costuras, de tal forma que si Gimena abre un taller de arreglo de prendas tiene más cola a la puerta que la ITV. Si bien da la impresión que nadie en este ejecutivo autonómico que tan poco ejecuta se rasga las vestiduras cuando vienen mal dadas. Cada vez que hay un problema, se les afloja el cinto y se les caen los pantalones.

El nuevo plan del presidente es la transversalidad de sus consejeros: el de Fomento arregla lo de la ITV, tal que Ovidio el desatascador. En una de estas, el mandamás ordena a la de la Llingua a negociar con Arcelor, o al de Ciencias a resolver la queja de los de los tractores.

El caso es que, de cara a la opinión pública, a Barbón le han hecho un traje y el viceconsejero de Industria ha quedado en pelota picada, sin comerlo ni beberlo. A Isaac Pola le mandaron a negociar a quemarropa, a pecho descubierto, sin chaleco. De haberle autorizado a hacer las concesiones consentidas a última hora, hace semanas que no habría 33.000 vehículos en fila esperando por la inspección técnica. A la consejera Roqueñí no se la esperaba en el conflicto: no saltó al terreno de juego, la dejaron en el vestuario. Así está el ajuar.

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