Opinión

No dejen de ver "Las chicas del Telecable"

El mayor éxito del deporte asturiano, con nombres de mujer

Asturias disfruta de un serial, rodado en una pista de Gijón y en exteriores de diferentes ciudades de España, con incursiones incluso en territorios extranjeros, que ha conseguido renombre planetario. Se llama “Las chicas del Telecable”, de éxito en todas las plataformas, especialmente aquellas diseñadas para la práctica del hockey sobre patines.

Pese a que el serial acumula numerosas temporadas, sus protagonistas, la mayoría de ellas mujeres jóvenes, algunas casi niñas, no dejan de sorprender en cada actuación. Algunas van creciendo en edad y cambian de papeles; otras dejan el elenco y dan paso a otras que se incorporan con naturalidad a la trama. Pasan los años y los galardones se acumulan, en reconocimiento al trabajo bien hecho, a la labor de equipo en unión y fortaleza de veteranas y noveles, de protagonistas y secundarias. Solo así se explica el empoderamiento que otorgan cuatro entorchados de Liga OK, cinco Copas de la Reina, dos Supercopas de España, seis Copas de Europa, y una Intercontinental, la más reciente, conseguida tras interpretar en Argentina un guion escrito a palazos con la métrica clásica de la literatura épica.

Estas chicas, y no otros que cobran mucho más y sudan mucho menos, juegan para la gloria, un lugar que no da de comer si el salario no llega ni al mínimo interprofesional, pero proporciona satisfacciones tan enormes como saberse partícipes del exclusivo listado de heroínas del panteón del Olimpo del deporte femenino español. Y no digamos del asturiano, donde disfruta de un estatus preeminente, aunque aún no suficientemente reconocido, pese a su espectacular apabullamiento. Nunca antes -y seguramente nunca después- alguien alcanzará en esta región un logro semejante, del que sentirse, como asturianos, tan orgullosos.

No debería haber mejor ocupación del ocio del fin de semana que acudir a la cancha de Mata Jove a verlas jugar. Háganlo con mayor frecuencia, que el cronista no miente y La Algodonera no engaña. 

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