Opinión | EL MALECÓN

José Sámano

Jenni, hablemos de fútbol

La apoteósica trayectoria de la selección femenina de fútbol aún merece mucho más reconocimiento, no basta con un día de portadas

Las jugadoras españolas de la selección femenina de fútbol celebran su victoria en la Nations League.

Las jugadoras españolas de la selección femenina de fútbol celebran su victoria en la Nations League. / RAÚL CARO / EFE

La apoteósica trayectoria de la selección femenina de fútbol aún merece mucho más reconocimiento. No basta con un día de portadas. No valen algunas pompas pasajeras. Ya sin macarrónicas celebraciones por el medio ha llegado el momento de subrayar los innumerables méritos deportivos de una fantástica generación de futbolistas. Por supuesto, sin olvidar jamás los "ochomiles" que han tenido que superar para abrirse camino entre tanto zafio machirulo.

El fútbol no es cosa de hombres, es fútbol. No se trata de la selección de fútbol femenino, sino de la selección femenina de fútbol. Un matiz sustancial. Bien lo saben Jenni Hermoso y compañía. Siempre lo anhelaron Conchi Amancio y Vero Boquete. Los confetis de hoy van por aquellas quijotescas jugadoras que tanto vilipendio y tanto ultraje tuvieron que soportar.

No se contempla mayor homenaje a estas deportistas que poner sobre ellas el mismo foco que sobre ellos. Nadie lo expresó mejor que la propia Jenni en la previa de la final de la Liga de las Naciones. "Sabíamos que cuando me sentara aquí (ante la prensa) íbamos a hablar poco de fútbol", dijo la madrileña. Jenni y todas se han ganado con creces un simposio meramente futbolero.

Ha llegado el día de auditar la extraordinaria capacidad de una España que suplanta su menor talla física con ingenio y talento. Un equipo que intima como pocos con la pelota, a la que nadie trata a patadas. Una selección que parte de la atómica Cata Coll, portera de poco techo pero ágil, bizarra y con un gran sentido de la colocación. La custodia Irene Paredes, defensa firme y elegante a la que no le faltan apoyos de primerísima categoría, ya sean Mapi León en el Barça o Laia Codina y Aleixandri en la Roja. Una trinchera en la que hacen de ventiladores las dos laterales, Ona Battle y Olga Carmona, que más que piernas tienen turbinas.

Como España no trastea con el balón, el gabinete del medio campo lo preside Aitana, que es Aitana, no una suerte de Iniesta. Que llegue el día en que fulanito juegue como Aitana, con ese aire de bailarina del Bolshoi. Una futbolista con manejo de las dos piernas -un empeño desde su infancia-, hábil como nadie en un baldosín y picante cuando flirtea con el gol. En su radar, la vivificante Tere Abilleira, con una asombrosa capacidad táctica. Como la ausente Patri Guijarro, otra jugadora de las que pinzan un equipo en el campo base. Y qué decir de la añorada Alexia. Palabras mayores.

A la vanguardia no le falta granero. El inigualable observatorio de Jenni y su zurda de seda. Y la no zurda, como se advirtió en su hipnótico cambio de pie en el golazo a Países Bajos. Mariona es por sí misma un regimiento, Athenea no cesa con sus llamaradas por los costados y Salma es una bomba de racimo cuando coge pista. Y ya llega la cadete Vicky López, tan precoz que a sus 17 años no parece que haya nada que se le ponga por delante. Ni siquiera sus 160 centímetros limitan su fabuloso repertorio. Tiene regate, pausa, velocidad. Y descaro, mucho descaro.

Jenni, hablemos de fútbol, de mesa redonda en mesa redonda. Por ti y por Candela, esa niña cercana de diez años que hace unos días enmudeció extasiada por sentarse al lado de Griezmann en su homenaje y que igual de hechizada se hubiera sentido a tu lado. Por Jenni y por tantas "candelas" venideras, que nada remita a la gran obra de Héctor Abad Faciolince: "El olvido que seremos".