Opinión

Paniceres y el nómada digital

El Éxodo 2.0 para salvar el desierto demográfico de la Asturias rural

El nómada digital es el mesías del reto demográfico y Carlos Paniceres su profeta. No hay concejo asturiano al que se desplace el presidente de la Cámara de Comercio de Oviedo donde no anuncie, en venturosa epifanía, la buena nueva del advenimiento del poblador de alto «standing» que trabajará conectado en remoto desde la Asturias más recóndita. Esta semana hizo apostolado en Caravia, sin ir más lejos, aunque se pueda ir más lejos siempre que se exista la posibilidad «on line». La conexión es el santo grial de este nuevo credo.

Basta con escribir en el buscador de internet dos palabras: «nómada» y «Paniceres». Hagan la prueba. De inmediato ocupa la pantalla una lista extensa de enlaces donde el responsable cameral hace fervorosa campaña en favor de ese empleado por cuenta propia o ajena, de alto poder adquisitivo, que rompe con su ordenador las barreras geográficas y se instala en lugares tranquilos, ajeno al mundanal ruido de la globalización, alejado de rutinas laborales innecesarias y de horarios estrictos.

O sea, que la Asturias rural podría culminar la travesía del desierto demográfico con la incorporación de oleadas de estos beduinos errantes, contemporáneos actores del relato bíblico del Éxodo, como quien parte del Ur de los caldeos para instalarse en Canaán. Como si el paraíso natural de Barbón fuera la metáfora 2.0 de la fértil confluencia del Tigris y el Éufrates. Una suerte de tierra prometida del «coworking» donde mana leche de CLAS y miel de Degaña.

Poner todas las manzanas de sidra en la cesta única del nomadismo a tiempo parcial le toca a uno la fibra óptica. Y se imagina a uno de esos ejecutivos cuarentones en Los Oscos o en Amieva, tumbado en una hamaca bajo una palmera, con el portátil entre las piernas y en la mesa un mojito y unas aceitunas, con una camiseta de floripondios o en gayumbos. Silbando la última de Taylor Swift, con un ojo puesto en el horizonte sinuoso de una cordada próxima, y el otro en la gráfica más reciente del Ibex.

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