Opinión

50 años del "Asturias, año 2000"

Memoria de un documento que en algunos aspectos sentó las bases del futuro de la región

Jesús Arango, en una imagen de archivo.

Jesús Arango, en una imagen de archivo. / MIKI LÓPEZ

Veníamos de un año 1973 bastante convulso, que comenzó con la ampliación de la entonces Comunidad Económica Europea mediante la incorporación de tres nuevos Estados miembros (Reino Unido, Irlanda y Dinamarca) y con la firma en París de un tratado de paz que desvinculaba a Estados Unidos de la guerra de Vietnam. El 11 de septiembre se producía el brutal golpe militar contra el gobierno de Salvador Allande y en octubre se produjo la guerra árabe-israelí de Yom Kipur, que supuso triplicar, en muy poco tiempo, el precio del barril de petróleo y marcó el final de la larga etapa de crecimiento de Europa basada en una energía barata. Y el año concluyó con el atentado de ETA el 20 de diciembre contra Carrero Blanco, presidente del Gobierno. Fue el año de la disolución de la Unión de Siderúrgicas Asturianas (Uninsa) y su integración en la Empresa Nacional Siderúrgica (Ensidesa, actualmente Arcelor Mittal).

En ese contexto económico y político, el equipo técnico de la Sociedad Asturiana de Estudios Económicos e Industriales (Sadei), del que formaba parte, acababa de participar en un extenso trabajo sobre la "Situación actual y perspectivas de desarrollo de Asturias", que había promovido el Fondo para la Investigación Económica y Social (FIES) de la Confederación Española de Cajas de Ahorro (CECA) y estaba inmerso en la elaboración de la primera "Contabilidad Regional de Asturias".

Fruto de todo ello, fue el surgimiento –en palabras de Pedro Piñera, por entonces director de Sadei– de una honda preocupación ante la marcha incierta del crecimiento económico de Asturias. Y conscientes de que esa preocupación e inquietud era compartida por otros profesionales relacionados con ámbitos de actividad distintos al nuestro, surgió la idea de realizar un esfuerzo de reflexión en común. Ese fue el motivo que originó la elaboración y publicación del documento "Asturias, año 2000", que tenía como subtitulo "Examen critico de un futuro incierto". El objetivo era relativamente modesto: exponer ante la opinión pública regional una serie de ideas acerca de la problemática de Asturias que sirviesen de marco adecuado y fermento de nuevas reflexiones. Y pretendíamos que el documento tuviese, sobre todo, un valor psicológico y movilizador para despertar el interés ciudadano ante la necesidad de emprender acciones que tratasen de superar el declive económico que sufría Asturias, reemplazando "las movedizas bases en que se asentaba su estructura económica".

Después de varias reuniones, incluida alguna cena en el recordado restaurante ovetense Casa Modesta, que cerraría pocos meses después, los diez profesionales que participamos en su elaboración, dimos por concluido el documento, y con el patrocinio de la Caja de Ahorros de Asturias se hizo público en forma de suplemento del número 251 de la revista Asturias Semanal, correspondiente al mes de marzo de 1974.

El documento, dada su extensión y contenido, tenía un carácter divulgativo y se centraba en presentar el problema de la Asturias de entonces, las causas de su declive y una aproximación a las perspectivas de futuro, sintetizadas a través de dos alternativas: una imagen pesimista –que sería la de continuar las tendencias de los quince años anteriores– y la optimista –la que suponía el aprovechamiento al máximo de nuestros recursos naturales y su potencial de desarrollo–.

Si se contrasta la realidad con las previsiones del "Asturias, año 2000", se podrá observar que en algunos casos quedaron muy por encima de lo que se proyectaba en la imagen optimista: por ejemplo, el peso relativo de los servicios en el empleo se estimaba que se situaría en el año 2000 en un 47 por ciento, mientras que la cifra real registrada en dicha fecha fue de un 61 por ciento.

Sin embargo, en otros escenarios los registros quedaron muy por debajo de las previsiones fijadas para la imagen pesimista: la población prevista para el 2000 era de 1.224.270 habitantes, frente a 1.062.998 residentes que registró el censo de población de 2001.

Más allá de estas desviaciones, normales en cualquier ejercicio de prospectiva a largo plazo, "Asturias, año 2000" fue un intento –dentro de las limitaciones que por entonces tenía la libertad de expresión en España– de movilizar la conciencia de los asturianos frente a los desafíos que se le planteaban a su economía, demandando para ello una política de desarrollo regional y una serie de acciones prioritarias. Quiero recordar dos que aun hoy después de medio siglo siguen pendientes: la configuración de un área metropolitana polinuclear y un metrotrén que enlazase a los principales núcleos urbanos de la región.

No estaría mal que en estos momentos de profundas transformaciones económicas y tecnológicas, y de gran incertidumbre, las nuevas generaciones de profesionales que hay en Asturias repitiesen un ejercicio de reflexión de posibles escenarios por los que podría transcurrir el futuro de nuestra tierra.

Concluyo con una frase que incluíamos en el aquel documento elaborado hace 50 años: “Asturias será, en el futuro, lo que los asturianos consigamos que sea”, y un recordatorio de los nombres que participaron en su elaboración. De los diez coautores, siete ya nos han dejado: Marcelino Somohano Cueto (Ingeniero Industrial), Arturo Martín Alonso (Licenciado en Filosofía y Letras), Pedro Piñera Álvarez (Ingeniero Industrial), Rosa María González Corujedo (Licenciada en Derecho y Ciencias Políticas), Francisco Quirós Linares (Catedrático de Geografía), Juan Cueto Alas (Licenciado en Derecho y Ciencias Políticas) y Ramón Fernández Rañada (Arquitecto-Urbanista). Por aquí quedamos tres: Alberto Álvarez Rea (Ingeniero de Caminos), José Luis Marrón Jaquete (Licenciado en Económicas) y el autor de estas notas para el recuerdo.

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