Opinión

Jugarse Gijón a la oca

Gijón paga el pato con el plan de vías y el vial de Jove

No ha habido gobierno que no haya ensayado con Asturias frecuentes partidas del juego de la oca, con una particularidad sangrante: la ficha local casi nunca avanza, por lo general retrocede. Y cuando en alguna ocasión, por azares insondables se está cerca del premio, alguien se empeña en mandar a esta región al laberinto, para que se pierda en trámites burocráticos y abundante papeleo.

Gijón ha sido, en las últimas décadas, el escenario predilecto del poder central para echar los dados a rodar sobre el tablero en forma de caracol, animal de recorrido lento como metafóricamente corresponde a una ciudad a la que impiden conducirse a mejor puerto.  A la villa de Jovellanos, patito feo de los designios estatales, no le permiten saltar de oca en oca ni de puente en puente: se ve, por el contrario, sometida a fuerzas oscuras que la conducen, con las cartas marcadas, a la posada, el pozo o la cárcel. A perder turno, una vez y otra.

Después de años de espera por el plan de vías y por el vial de Jove, ambas actuaciones se han visto sometidas al escarnio del retorno a la casilla de salida, como si alguien hubiera puesto una calavera encima de ambos expedientes en la mesa ministerial del señor de Valladolid que promete y no cumple. Los proyectos se demoran; las partidas económicas que se presupuestan no se gastan. En este juego de la oca, Gijón no tira porque no le dan la vez. Los que organizan la partida y hacen la norma y la trampa, someten a la población al vahído y al desmayo, de tanto marear el pato. Mientras, los complacientes que deberían ponerse del lado ciudadano, justificar su soldada y enfrentarse a sus correligionarios prefieren ahuecar el ala y seguir haciendo el ganso.

Gijón pagar el pato y no es por culpa de su mala pata. Si el PSOE pretende recuperar la alcaldía de esta guisa, le va a salir por un pico.

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