Opinión

Un debate a la basura

La polémica incineración de los restos de la "bolsa negra"

El problema de la basura en Asturias.

El problema de la basura en Asturias. / LNE

¿Qué hacer con las 150.000 toneladas anuales del combustible sólido recuperado que va a generar la nueva planta de tratamiento de Cogersa en Serín a la que llegará la basura de la bolsa negra? Se avecina un debate político interesante que exige acometerse con urgencia, porque ese desperdicio inmenso no se podrá almacenar por mucho tiempo. Y, que se sepa, la gerente del Consorcio no dispone de la varita mágica de Harry Potter que permita su evaporación a la voz del hechizo “avada kedavra”.

Teniendo en cuenta que no existen soluciones maduras aún para lo que los expertos llaman la “valorización química” de esos residuos -otra solución mágica que exigiría otro sortilegio potteriano-, el destino último no encuentra otro camino que la combustión. Eso, o un reparto proporcional de la mierda hasta que a cada familia asturiana se le acumule detritus al límite de un síndrome de Diógenes.

Si no queda otra opción que quemar la basura, conviene hablar ya sin tapujos: o la quemamos o nos la queman. Si nos la queman, habrá que pagar por ello y no saldrá barato. Habrá que aflojarse el bolsillo, casa por casa, empresa por empresa. Y si la quemamos aquí, lo más factible sería aplicar a tal fin La Pereda, que ya dispone de autorización ambiental para generar energía mediante la utilización en sus hornos de biomasa y CSR, en un porcentaje de ochenta y veinte, respectivamente.

La pelota está en el tejado del gobierno regional, en el lado de la chimenea. Izquierda Unida tiene mucho que aportar a ese debate, en un doble sentido: como parte del Ejecutivo autonómico y como partido que gobierna Mieres, donde se erige la Pereda.

No hay mucho tiempo y toca decidir, puesto que no se puede huir de la quema. No se puede seguir dando vueltas en círculo para acomodarnos a la economía circular. Pero resulta obligado dar a los afectados por cercanía a las instalaciones garantías de que no existan afecciones graves a la salud. Y también, si es preciso, compensaciones. O lo que pidan.

Suscríbete para seguir leyendo