Opinión

Dudas metódicas

Cavilaciones sobre temas apócrifos

Provengo de una familia de profunda raigambre católica, donde se me inculcó una manera de vivir que me conformó como ser. Pasa el tiempo y se adquiere madurez, de modo que paulatinamente uno va planteando cuestiones y dudas sobre los dogmas que le infundieron y fueron moldeando su carácter. Durante la etapa universitaria mis interrogantes espirituales acrecientan sin cesar y los titubeos se vuelven inasumibles, experimentando un dualismo filosófico a semejanza de un choque de trenes. Entré entonces en una etapa de tibieza e incredulidad.

Debo manifestar que en mi quehacer profesional prevalece una metodología basada en el "método científico", consistente en la observación sistemática, predicción o explicación provisional formulando posibles respuestas, experimentación, análisis, reproductibilidad y repetitividad de los resultados, corroborada por la revisión por pares. Ello conlleva a emitir hipótesis y/o rechazarlas o modificarlas como válidas hasta su confirmación. En este marco en el que me desenvuelvo, lo que no se puede demostrar no alcanza una veracidad creíble.

El problema surge cuando percibes que esta tradición, constituida por un conjunto de verdades reveladas, transmitidas y conservadas por la Iglesia, en base a las sagradas escrituras, la predicación y la transmisión generacional, colisiona con la capacidad de discernimiento.

Siguiendo la línea de pensamiento de René Descartes, "cogito ergo sum" (pienso, luego existo) –o sea, de acuerdo con los principios que pretenden encontrar verdades seguras, tangibles y tácticas de las que no es posible dudar–, voy a poner sobre el tapete una serie de reflexiones acerca de creencias bíblicas difíciles de entender o asumir por una corriente racionalista: la creación del universo, el Paraíso Terrenal, la Anunciación y la Resurrección.

Tal como relata el Génesis, Dios creó el universo de la nada. Durante cinco días puso orden en lo creado, el sexto día creó al hombre, el único ser de la creación hecho "a su imagen y semejanza" y destinado a dominar el resto de la creación. Y al séptimo descansó.

Según la cosmología actual, antes de la Gran Explosión, acaecida hace millones de años, la inmensidad del universo observable, toda su materia y radiación, estaba concentrada en solo un punto y una vez ocurrido el zambombazo todo este componente cósmico infinito comenzó a expandirse, se fue uniendo entre sí, acumulándose y formando las primeras estrellas de galaxias. Según extractos del libro "The Grand Desing", Stephen Hawking divulga que una nueva serie de teorías torna superfluo pensar en la existencia de un creador del Universo y que el Big Bang fue la consecuencia inevitable de las leyes de la física.

El conocido como Paraíso Terrenal o Jardín del Edén representa una morada original con la felicidad absoluta –un lugar metafórico de paz y armonía, donde el sufrimiento, la enfermedad y el dolor están ausentes–, creado para el disfrute de los animales y las plantas, entre ellas el icónico árbol de la vida con abundante fruto. Representa el paraje donde Dios creó al primer hombre y a la primera mujer (nuestros primeros padres), los progenitores de toda la humanidad. Sin embargo, existía un mandato de obediencia: comer de todos los frutos existentes excepto del árbol de la ciencia del bien y del mal; su transgresión hizo que fuesen expulsados del Edén y diera lugar al pecado original (capítulo 2 del Génesis). Este hecho resulta cuando menos esotérico aplicando la teoría de la evolución de Darwin.

El episodio bíblico de la Anunciación –plasmado por pintores famosos del siglo XV, como Fray Angélico y Leonardo da Vinci– refiere que el arcángel Gabriel anunció a la Virgen María que va a ser madre de Jesús, estando casada con José de Nazaret y por lo tanto se convertiría en padre putativo. Al oír este mensaje se turbó y preguntó ¿cómo puede ser si no conozco varón?, siendo respondida así: "el Espíritu Santo descenderá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra" (evangelio de San Lucas). ¿Cómo justificar con los modernos conocimientos médicos el misterioso acto de la encarnación? La virginidad y/o castidad se oponen netamente con lo considerado natural para procrear: presencia de células sexuales portadoras de material genético (léase espermatozoides).

La Resurrección es otra de las creencias chocantes de la doctrina ortodoxa, según la cual después de ser Jesús condenado a muerte, crucificado, ungido y enterrado fue resucitado de entre los muertos (Corintios). En la teología cristiana la muerte y la reaparición constituyen uno de los eventos más importantes y forman parte del fundamento de la fe. No solo el cristianismo practica estos credos, también lo hacen el islamismo y el judaísmo. Empero, no hay argumentación científica que justifique la vuelta a la vida de una persona muerta. Todo un caos religioso, algunas confesiones creen en la reencarnación, otras en la resurrección o en la inmortalidad.

Con la síntesis realizada no parece razonable validar la virtud teologal conocida como fe, es decir creer en lo que no vemos y en todo lo que propone la Iglesia. Recordemos que históricamente el ámbito de la ciencia debió soportar la influencia de sistemas metafísicos basados en atribuir a la fe una primacía sobre la razón. En mi modesta opinión, resulta antediluviano aludir al milagro para dilucidar lo ininteligible o incomprensible.

Parafraseando al evangelista San Juan, "el que esté libre de pecado que tire la primera piedra". No obremos, según proclama San Mateo, como sepulcros blanqueados y dejémonos de monsergas ¿quién no cuestionó, aunque sólo sea alguna vez, los acontecimientos expuestos? Creer a pies juntillas en hechos indemostrables dista mucho de una postura racional. No obstante, expreso mi máximo respeto a los discrepantes, algunos amigos míos muy queridos.

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